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VIDEO 1 Catequesis para Adultos
— San Marcos 13:32-33 “Pero nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Estad atentos velad: porque no sabéis cuándo será el momento"
— San Mateo 24:33 “Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que es inminente, que está a las puertas"
— San Mateo 24:15 “Por eso, cuando veáis la abominación de la desolación, que predijo el profeta Daniel, erigida en el lugar santo-quien lea que entienda-"
Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) # 107 Los libros inspirados enseñan la verdad. «Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra» (DV 11).
— Carta de San Judas 1:3 “exhortaros a combatir por la fe que ha sido entregada a los santos de una vez por todas"
— Hebreos 1:1-2 “En diversos momentos y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo"
--CIC #84 "El depósito" (cf. 1 Tm 6,20; 2 Tm 1,12-14) de la fe (depositum fidei), contenido en la sagrada Tradición y en la sagrada Escritura fue confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia. "Fiel a dicho depósito, todo el pueblo santo, unido a sus pastores, persevera constantemente en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones, de modo que se cree una particular concordia entre pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida”
— San Juan 21:25 “Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús y que, si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir"
— I Timoteo 4:14 “No descuides la gracia que hay en ti, que te fue conferida mediante la profecía junto con la imposición de manos del presbiterio"
--CIC # 142 Por su revelación, «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
— CIC # 143 Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26).
--CIC # 74 Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" ( 1 Tim 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jesús (cf. Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la Revelación llegue hasta los confines del mundo:
«Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones» (DV 7)
— Jeremías 29:12-14 "Me invocaréis, vendréis a rezarme, y Yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis, si me buscáis de todo corazón. Me dejaré encontrar de vosotros”
—CIC # 374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.-
—CIC # 1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):
«Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de todos los santos [...] y de todos los demás fieles muertos después de recibir el Bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron [...]; o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte [...] aun antes de la resurrección de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el Reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura» (Benedicto XII: Const. Benedictus Deus: DS 1000; cf. LG 49).
VIDEO 2 Catequesis para Adultos
—Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”
—Génesis 3:6 “La mujer se fijó en que el árbol era bueno para comer, atractivo a la vista y que aquel árbol era apetecible para alcanzar sabiduría; tomó de su fruto, comió, y a su vez dio a su marido que también comió.”
—Romanos 5:13 “Pues, hasta la Ley, había pecado en el mundo, pero no se puede acusar de pecado cuando no existe ley.”
— CIC # 79 "Así, la comunicación que el Padre ha hecho de sí mismo por su Verbo en el Espíritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: "Dios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo" (DV 8)."
— Concilio Vaticano I Cap 4 El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o moral como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y moral. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.
— CIC # 892 La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una "manera definitiva", proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben "adherirse con espíritu de obediencia religiosa" (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él.
—Judas 3 “Queridísimos: como tengo gran interés en escribiros sobre nuestra común salvación, me siento obligado a dirigiros esta carta, para exhortaros a combatir por la fe que ha sido entregada a los santos de una vez por todas.
— CIC # 66 La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (DV 4). Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
—San Mateo 22:39 “El segundo es como éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
—CIC # 374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.
—CIC # 389 La doctrina del pecado original es, por así decirlo, "el reverso" de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo. La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede lesionar la revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.
—CIC # 391 Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).
—Génesis 2:21-22 “Entonces el Señor Dios infundió un profundo sueño al hombre y éste se durmió; tomó luego una de sus costillas y cerró el hueco con carne. Y el Señor Dios, de la costilla que había tomado del hombre, formó una mujer y la presentó al hombre.”
—CIC # 404 ¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus unius hominis ("Como el cuerpo único de un único hombre") (Santo Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de malo, 4,1). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído (cf. Concilio de Trento: DS 1511-1512). Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", "no cometido", un estado y no un acto.
VIDEO 3 Catequesis para Adultos
—Romanos 5:13 “Pues, hasta la Ley, había pecado en el mundo, pero no se puede acusar de pecado cuando no existe ley.”
—Génesis 1:1-2 "En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y vacío, la tiniebla cubría la faz del abismo y el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas."
—Génesis 2:4-6 "Éstos fueron los orígenes del cielo y de la tierra al ser creados. Cuando el Señor Dios hizo tierra y cielo, aún no había en la tierra ningún arbusto silvestre, y aún no había brotado ninguna hierba del campo —pues el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra ni había nadie que trabajara el suelo—, pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo."
—Génesis 1:1-2:3
Primera narración de la creación Aquí la narración de la creación del hombre está en Génesis 1:26 -31. En esta narración todos los arboles con frutos hechos por Dios son buenos para el hombre y le servirán de alimento. Esta es la narración factual o científica por así decirlo
—Génesis 2:4-25
Segunda narración de la creación. Aquí la narración del hombre está en Génesis 2:7-25. En esta narración también le dice Dios a Adán que puede comer de todos los árboles (Génesis 2:16). Pero luego es introducido otro elemento no presente en la primera narración, la prohibición de “comer de un árbol”. Esta es la narración poética con lenguaje simbólico o velado.
—Es Cristo que Pasa n.17 “porque nos da la gana, que es la razón más sobrenatural”
—Génesis 1:28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”
(Este es el mandamiento en la narración científica , clara sin poesía o simbolismo.)
—Génesis 2:16-17 “y el Señor Dios impuso al hombre este mandamiento: —De todos los árboles del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, morirás."
(Este es mandamiento de la narración poética, velada y simbólica, pero que en realidad es el mismo que el anterior.)
—Génesis 2:24 “Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne.”
VIDEO 4 Catequesis para Adultos
—Génesis 1:28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”
—Génesis 2:16-17 “y el Señor Dios impuso al hombre este mandamiento: —De todos los árboles del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, morirás.”
—Génesis 1:29 “Y dijo Dios: —He aquí que os he dado todas las plantas portadoras de semilla que hay en toda la superficie de la tierra, y todos los árboles que dan fruto con semilla; esto os servirá de alimento.”
—Génesis 1:30 “A todas las fieras, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser vivo, la hierba verde le servirá de alimento. Y así fue.”
—Génesis 1:31 “Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.”
—CIC #1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo" . El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.
—CIC #375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).
—CIC #376 Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer (cf. Gn 2,25), y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado "justicia original".
— Génesis 2:9 “El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y buenos para comer; y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.”
—2 Corintios 5:1-10 Porque sabemos que, si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos un edificio que es de Dios, una casa no hecha por mano de hombre, sino eterna, en los cielos. Y así gemimos en esta tienda anhelando revestirnos de nuestra mansión celestial, si es que entonces somos encontrados vestidos y no desnudos. Realmente mientras moramos en esta tienda, gemimos oprimidos, porque no queremos ser desvestidos, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pero quien nos ha preparado para este fin es Dios, el cual nos ha dado como arras el Espíritu. Por eso, siempre estamos llenos de buen ánimo, aun sabiendo que mientras moramos en el cuerpo, estamos en destierro lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión. Así pues, estamos llenos de buen ánimo y preferimos salirnos de este cuerpo y volver junto al Señor. Por eso, tanto ahora en el cuerpo como fuera de él, nos empeñamos en agradarle. Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba conforme a lo bueno o malo que hizo durante su vida mortal.”
Video 5 de Catequesis para Adultos
—2 Corintios 5:1-10 Porque sabemos que, si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos un edificio que es de Dios, una casa no hecha por mano de hombre, sino eterna, en los cielos. Y así gemimos en esta tienda anhelando revestirnos de nuestra mansión celestial, si es que entonces somos encontrados vestidos y no desnudos. Realmente mientras moramos en esta tienda, gemimos oprimidos, porque no queremos ser desvestidos, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pero quien nos ha preparado para este fin es Dios, el cual nos ha dado como arras el Espíritu. Por eso, siempre estamos llenos de buen ánimo, aun sabiendo que mientras moramos en el cuerpo, estamos en destierro lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión. Así pues, estamos llenos de buen ánimo y preferimos salirnos de este cuerpo y volver junto al Señor. Por eso, tanto ahora en el cuerpo como fuera de él, nos empeñamos en agradarle. Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba conforme a lo bueno o malo que hizo durante su vida mortal.”
—CIC # 374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.
—Génesis 1:29 "Y dijo Dios: -He aquí que os he dado todas las plantas portadoras de semilla que hay en toda la superficie de la tierra, y todos los árboles que dan fruto con semilla; esto os servirá de alimento. A todas las fieras, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser vivo, la hierba verde le servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno. Hubo tarde y hubo mañana: día sexto."
—CIC # 396 Dios creó al hombre a su imagen y lo estableció en su amistad. Criatura espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad más que en la forma de libre sumisión a Dios. Esto es lo que expresa la prohibición hecha al hombre de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, "porque el día que comieres de él, morirás sin remedio" (Gn 2,17). "El árbol del conocimiento del bien y del mal" evoca simbólicamente el límite infranqueable que el hombre en cuanto criatura debe reconocer libremente y respetar con confianza.
—CIC # 390 El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf. GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII, enc. Humani generis: ibíd, 3897; Pablo VI, discurso 11 de julio de 1966).
—Génesis 2:10 “Un río nacía en Edén para regar el jardín, y desde allí se dividía formando cuatro brazos. El nombre del primero es Pisón, que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro. El oro de aquel país es puro, allí hay también bedelio y piedra de ónice. El nombre del segundo río es Guijón, que rodea todo el país de Etiopía. El nombre del tercer río es Tigris, que recorre el oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.”
—Cantad de los Cantares 1:10 “Graciosas son tus mejillas con los zarcillos, tu cuello con los collares.”
—Cantar de los Cantares 4:4 “Es tu cuello como la torre de David, que se alza sobre torreones: de ella cuelgan mil escudos, todos divisas de valientes.”
—Cantar de los cantares 7:5 “Tu cuello es como una torre de marfil.”
—CIC # 116 El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa interpretación. Omnes sensus (sc. sacrae Scripturae) fundentur super unum litteralem sensum (Santo Tomás de Aquino., S.Th., 1, q.1, a. 10, ad 1). Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal.
—CIC #117 El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino también las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos.
El sentido alegórico. Podemos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10, 2).
El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos «para nuestra instrucción» (1 Cor 10, 11; cf. Hb 3-4,11).
El sentido anagógico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce (en griego: «anagoge») hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste (cf. Ap 21,1- 22,5).
CIC # 118 Un dístico medieval resume la significación de los cuatro sentidos:
"Littera gesta docet, quid credas allegoria,
Moralis quid agas, quo tendas anagogia"
(La letra enseña los hechos,
la alegoría lo que has de creer,
el sentido moral lo que has de hacer,
y la anagogía a dónde has de tender).
(Agustín de Dacia, Rotulus pugillaris, I: ed. A. Walz: Angelicum 6 (1929), 256)
Todo el capítulo 4 del Cantar de los Cantáres compara a la Amada con un jardín o huerto. Aqui está una porción de ese capítulo:
—Cantar de los cantares 4:10-16 “¡Qué lindos son tus amores, hermana mía, esposa! ¡Cuánto más deliciosos que el vino, tus amores! ¡Cuánto más la fragancia de tus ungüentos que todos los aromas!
Panal que destila son tus labios, esposa, miel y leche hay en tu lengua; la fragancia de tus vestidos es como el aroma del Líbano.
Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa, huerto cerrado, fuente sellada.
Tus retoños son un paraíso de granados con deliciosos frutos, alheñas y nardos. Nardo y azafrán, canela y cinamomo, con todo árbol de incienso, mirra y áloe, con los mejores aromas. ¡Oh fuente de los huertos, manantial de aguas vivas, arroyos que bajan del Líbano!
¡Levántate, cierzo! ¡Ven, austro! Orea mi huerto, que se esparcen sus aromas. Que entre mi amado en su huerto a gustar los deliciosos frutos.”
Antes de la caída
Génesis 2:25 “Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, y no sentían vergüenza.”
Después de la caída
Génesis 3:7 “Entonces se les abrieron los ojos y conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín. El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté.”
—Génesis 1:28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla;”
—Génesis 4:1 “Adán conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: —He adquirido un varón gracias al Señor.”
—Catequesis 28 sobre la Teología del Cuerpo hecha por Juan Pablo II El Cuerpo Rebelde al Espíritu # 1 “En esta dirección se orientó la vergüenza de ambos después del pecado original, cuando se dieron cuenta de que «estaban desnudos», como atestigua el Génesis 3, 7. El texto yahvista parece indicar explícitamente el carácter «sexual» de esta vergüenza: «Cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores»
—CIC # 289 Entre todas las palabras de la sagrada Escritura sobre la creación, los tres primeros capítulos del Génesis ocupan un lugar único. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al comienzo de la Escritura de suerte que expresan, en su lenguaje solemne, las verdades de la creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocación del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvación. Leídas a la luz de Cristo, en la unidad de la sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente principal para la catequesis de los misterios del "comienzo": creación, caída, promesa de la salvación.
—San Juan 16:13 “Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad, pues no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo que oiga y os anunciará lo que va a venir.
—Judas 1:3 “Queridísimos: como tengo gran interés en escribiros sobre nuestra común salvación, me siento obligado a dirigiros esta carta, para exhortaros a combatir por la fe que ha sido entregada a los santos de una vez por todas.”
NOTA ACLARATORIA /CORRECCIÓN:
Me falto decir al final del video “Si Dios quiere”, pues he aqui lo que enseña el Espíritu Santo por boca del apostol Santiago;
—Santiago 4:13-15 “Atended ahora los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí un año, negociaremos y obtendremos buenas ganancias», cuando en realidad no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana, porque sois un vaho que aparece un instante y enseguida se evapora. En lugar de esto deberíais decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».”
Video 6 Catequesis para Adultos
—CIC #375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).
—CIC # 390 El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf. GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII, enc. Humani generis: ibíd, 3897; Pablo VI, discurso 11 de julio de 1966).
—Romanos 5:12 Por tanto, así como por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y a través del pecado la muerte, y de esta forma la muerte llegó a todos los hombres, porque todos pecaron…
—Salmos 51:7 ¡Mira! En culpa nací, y en pecado me concibió mi madre.
—Romanos 5:14 con todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre aquellos que no cometieron una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que había de venir.
—Proverbios 24:16 Siete veces cae el justo, pero se levanta,
—Génesis 1:28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla;”
—Génesis 2:9 “El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y buenos para comer; y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.”
Antes de la caída
Génesis 2:25 “Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, y no sentían vergüenza.”
Después de la caída
—Génesis 3:7 “Entonces se les abrieron los ojos y conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín. El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté.”
—Salmos 9:8-9 El Señor está sentado eternamente, tiene preparado su trono para el juicio; Él rige el orbe con justicia, y juzga a los pueblos con rectitud.
—Proverbios 3:12 porque el Señor reprende a quien ama, como un padre a su hijo amado.
—Hebreos 12:6 porque el Señor corrige al que ama y azota a todo aquel que reconoce como hijo.
—Juan 15.6 Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden.
—Hebreos 9:27 está establecido que los hombres mueran una sola vez, y que después haya un juicio,
Ojo por ojo en el AT
—Exodo 21-23-25 Pero si se sigue algún daño, pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión.
Ojo por ojo en el NT
—Mateo 5:38-42 38»Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: no repliquéis al malvado; por el contrario, si alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiera entrar en pleito contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto. A quien te fuerce a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida, dale; y no rehúyas al que quiera de ti algo prestado.
—Deuteronomio 32:35 Mía es la venganza y el castigo para el momento en que sus pies vacilen; próximo está ya el día de su ruina, y se apresura su destino.
—Romanos 12:19-21 No os venguéis, queridísimos, sino dejad el castigo en manos de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, yo retribuiré lo merecido, dice el Señor. Por el contrario, si tu enemigo tuviese hambre, dale de comer; si tuviese sed, dale de beber; al hacer esto, amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
—Mateo 5:48 Por eso, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
— Juan 15:5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.
—Juan 15:6 Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden.
—CIC #2487 Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación, aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación se refiere también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia.
—CIC # 1459 Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó (cf Concilio de Trento: DS 1712). Liberado del pecado, el pecador debe todavía recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe hacer algo más para reparar sus pecados: debe "satisfacer" de manera apropiada o "expiar" sus pecados. Esta satisfacción se llama también “penitencia".
—Génesis 3:17-19 Al hombre le dijo:—Por haber escuchado la voz de tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí comer: Maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga comerás de ella todos los días de tu vida. Te producirá espinas y zarzas, y comerás las plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado, porque polvo eres y al polvo volverás.
—Genesis 3:16 A la mujer le dijo: —Multiplicaré los dolores de tus embarazos; con dolor darás a luz tus hijos; hacia tu marido tu instinto te empujará y él te dominará.
Video 7 Catequesis para Adultos
—2 Samuel 12:9-14 ¿Por qué has despreciado al Señor, haciendo lo que más le desagrada? Has matado a espada a Urías, el hitita; has tomado su mujer como esposa tuya y lo has matado con la espada de los amonitas. Por todo esto, por haberme despreciado y haber tomado como esposa la mujer de Urías, el hitita, la espada no se apartará nunca de tu casa». Así dice el Señor: «Suscitaré el mal en tu casa; ante tus ojos te quitaré tus mujeres y se las daré a otro que dormirá con ellas a la luz del sol que vemos. Tú lo has hecho en secreto. Yo lo haré a la vista de todo Israel y a la luz del sol» David dijo a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán le respondió: —El Señor ya ha perdonado tu pecado. No morirás. Pero, por haber ofendido al Señor con esta acción, el hijo que te ha nacido morirá.
— CIC # 2412 En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario
—CIC # 2487 Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación, aunque su autor haya sido perdonado.
—CIC # 1459 Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó (cf Concilio de Trento: DS 1712). Liberado del pecado, el pecador debe todavía recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe hacer algo más para reparar sus pecados: debe "satisfacer" de manera apropiada o "expiar" sus pecados. Esta satisfacción se llama también "penitencia".
—Mateo 4:2 Después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió hambre.
—Mateo 17:21 Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno
—Mateo 16:24 Entonces les dijo Jesús a sus discípulos: —Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga.
—Colosenses 1:24 Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia.
—San Josemaria (Santo Rosario. Cuarto misterio doloroso. La Cruz a cuestas) Pero no lleves la Cruz arrastrando… Llévala a plomo, porque tu Cruz, así llevada, no será una Cruz cualquiera: será… la Santa Cruz. No te resignes con la Cruz. Resignación es palabra poco generosa. Quiere la Cruz.
—CIC # 1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
— CIC # 1031 La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
«Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, Dialogi 4, 41, 3).
Antes de la caída
—Génesis 2:25 Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, y no sentían vergüenza.
Después de la caída
—Génesis 3:7 “Entonces se les abrieron los ojos y conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín. El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté.”
—Genesis 3:16 A la mujer le dijo: —Multiplicaré los dolores de tus embarazos; con dolor darás a luz tus hijos; hacia tu marido tu instinto te empujará y él te dominará.
—Génesis 3:17-19 Al hombre le dijo:—Por haber escuchado la voz de tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí comer: Maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga comerás de ella todos los días de tu vida. Te producirá espinas y zarzas, y comerás las plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado, porque polvo eres y al polvo volverás.
—Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla
—Romanos 5:13 Pues, hasta la Ley, había pecado en el mundo, pero no se puede acusar de pecado cuando no existe ley.
—Génesis 4:8-12 Caín dijo a su hermano Abel: —Vamos al campo. Y cuando estaban en el campo, Caín se alzó contra su hermano Abel, y lo mató. Entonces el Señor dijo a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel? Él respondió: —No lo sé.¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? El Señor le dijo: —¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama hacia mí desde la tierra. Ahora, maldito seas, márchate de esta tierra que ha abierto su boca para recibir la sangre que has derramado de tu hermano. Aunque la trabajes, no volverá a darte su fruto; vivirás errante y vagabundo por la tierra.
—Exodo 20:13 No matarás.
—Génesis 13:13 Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecadores empedernidos contra el Señor.
—Génesis 18:20 Y dijo el Señor: —Se ha extendido un gran clamor contra Sodoma y Gomorra, y su pecado es gravísimo;
—Génesis 19:1-29 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer; Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Cuando Lot los vio, se levantó, salió a su encuentro y los adoró rostro en tierra. Les dijo:—Por favor, señores míos, venid a casa de vuestro siervo, pasad la noche, y lavaos los pies; así podréis madrugar y seguir vuestro camino. Le contestaron: —No. Pasaremos la noche en la plaza. Él les insistió tanto que se fueron con él y entraron a su casa; les preparó un banquete, coció panes ácimos y comieron. Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, hombres de Sodoma, tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo a la vez, rodearon la casa. Llamaron a Lot y le preguntaron: —¿Dónde están los hombres que entraron anoche en tu casa? Sácanoslos para que los conozcamos. Lot salió hacia ellos a la entrada y cerró la puerta tras él. Les dijo:—Por favor, hermanos míos, no cometáis tal maldad. Mirad, tengo dos hijas que aún no han conocido varón, voy a sacároslas y haced con ellas lo que queráis; ahora bien, a estos hombres no les hagáis nada, puesto que se han cobijado bajo mi techo. Le contestaron: —¡Quítate de ahí! Y añadieron: —¿Uno que ha venido como extranjero quiere hacer de juez? Ahora te trataremos a ti peor que a ellos. Y empujaron violentamente a Lot de tal modo que estaban a punto de derribar la puerta. Pero los hombres alargaron la mano, metieron a Lot junto a ellos dentro de la casa y cerraron la puerta. Y deslumbraron a los que estaban a la entrada de la casa, tanto pequeños como mayores, de forma que no conseguían encontrar la entrada. Entonces los hombres le preguntaron a Lot: —¿A quién más tienes aquí? A yernos, hijos e hijas, y a todos los que tengas en la ciudad, sácalos de este lugar, pues vamos a destruirlo, porque es muy grande el clamor ante el Señor contra sus habitantes, y nos ha enviado a destruirlo. Lot salió y habló con sus yernos, los que iban a casarse con sus hijas, y les dijo: —Levantaos, salid de este lugar porque el Señor va a destruir la ciudad. Pero a ellos les pareció que bromeaba. Al amanecer, los ángeles apremiaron a Lot diciéndole: —Levántate, y llévate a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí, no vaya a ser que perezcas en el castigo de la ciudad. Él se retardaba, y entonces aquellos hombres los agarraron de la mano a él, a su mujer y a sus dos hijas en un acto de misericordia del Señor hacia él. Le sacaron y le colocaron fuera de la ciudad. Y cuando los sacaron afuera, uno le dijo: —Huye, por tu vida; no mires atrás ni te detengas en toda la vega; huye a la montaña, pues si no, perecerás. Lot les contestó: —No, por favor, mi Señor; he aquí que tu siervo ha hallado gracia a tus ojos, y ha sido grande la misericordia que has tenido conmigo al salvarme la vida; pero no podré huir hasta la montaña sin que me alcance la desgracia y muera. Mira esa ciudad; está cerca para refugiarme allí y es bien poca cosa; huiré allí —bien poca cosa es— y salvaré la vida. Él le dijo: —Mira, te acepto también esta petición de no destruir la ciudad de la que hablas; date prisa, huye allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues. Por eso aquella ciudad se llamó Soar. Salía el sol en el horizonte cuando Lot llegó a Soar. Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego lanzados por el Señor desde el cielo. Destruyó aquellas ciudades y toda la vega, con todos los habitantes de las ciudades y las plantas del suelo. La mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal. Abrahán se levantó de madrugada y fue al lugar donde había estado con el Señor. Miró hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la región de la vega, y vio que subía de la tierra una humareda como la de un horno. Así, Dios, cuando destruyó las ciudades de la vega, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe que arrasó las ciudades en las que había habitado Lot.
—Génesis 38:8-10 Entonces dijo Judá a Onán: —Acércate a la mujer de tu hermano y cumple con ella como cuñado, para suscitar descendencia a tu hermano. Onán sabía que la descendencia no sería suya, por lo que, cada vez que se llegaba a la mujer de su hermano, derramaba por tierra, para no dar descendencia a su hermano. Desagradó al Señor lo que hacía y le hizo morir también a él.
Este enlace es para la Enciclica Humanae Vitae
—https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_25071968_humanae-vitae.html
Video 8 Catequesis para Adultos
—Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla
—Génesis 4:8-12 Caín dijo a su hermano Abel: —Vamos al campo. Y cuando estaban en el campo, Caín se alzó contra su hermano Abel, y lo mató. Entonces el Señor dijo a Caín:—¿Dónde está tu hermano Abel? Él respondió: —No lo sé.¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? El Señor le dijo: —¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama hacia mí desde la tierra. Ahora, maldito seas, márchate de esta tierra que ha abierto su boca para recibir la sangre que has derramado de tu hermano. Aunque la trabajes, no volverá a darte su fruto; vivirás errante y vagabundo por la tierra.
—Romanos 5:13 Pues, hasta la Ley, había pecado en el mundo, pero no se puede acusar de pecado cuando no existe ley.
—Génesis 13:13 Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecadores empedernidos contra el Señor.
—Génesis 18:20 Y dijo el Señor: —Se ha extendido un gran clamor contra Sodoma y Gomorra, y su pecado es gravísimo
—Génesis 19:1-29 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer; Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Cuando Lot los vio, se levantó, salió a su encuentro y los adoró rostro en tierra. Les dijo:—Por favor, señores míos, venid a casa de vuestro siervo, pasad la noche, y lavaos los pies; así podréis madrugar y seguir vuestro camino. Le contestaron: —No. Pasaremos la noche en la plaza. Él les insistió tanto que se fueron con él y entraron a su casa; les preparó un banquete, coció panes ácimos y comieron. Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, hombres de Sodoma, tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo a la vez, rodearon la casa. Llamaron a Lot y le preguntaron: —¿Dónde están los hombres que entraron anoche en tu casa? Sácanoslos para que los conozcamos. Lot salió hacia ellos a la entrada y cerró la puerta tras él. Les dijo:—Por favor, hermanos míos, no cometáis tal maldad. Mirad, tengo dos hijas que aún no han conocido varón, voy a sacároslas y haced con ellas lo que queráis; ahora bien, a estos hombres no les hagáis nada, puesto que se han cobijado bajo mi techo. Le contestaron: —¡Quítate de ahí! Y añadieron: —¿Uno que ha venido como extranjero quiere hacer de juez? Ahora te trataremos a ti peor que a ellos. Y empujaron violentamente a Lot de tal modo que estaban a punto de derribar la puerta. Pero los hombres alargaron la mano, metieron a Lot junto a ellos dentro de la casa y cerraron la puerta. Y deslumbraron a los que estaban a la entrada de la casa, tanto pequeños como mayores, de forma que no conseguían encontrar la entrada. Entonces los hombres le preguntaron a Lot: —¿A quién más tienes aquí? A yernos, hijos e hijas, y a todos los que tengas en la ciudad, sácalos de este lugar, pues vamos a destruirlo, porque es muy grande el clamor ante el Señor contra sus habitantes, y nos ha enviado a destruirlo. Lot salió y habló con sus yernos, los que iban a casarse con sus hijas, y les dijo: —Levantaos, salid de este lugar porque el Señor va a destruir la ciudad. Pero a ellos les pareció que bromeaba. Al amanecer, los ángeles apremiaron a Lot diciéndole: —Levántate, y llévate a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí, no vaya a ser que perezcas en el castigo de la ciudad. Él se retardaba, y entonces aquellos hombres los agarraron de la mano a él, a su mujer y a sus dos hijas en un acto de misericordia del Señor hacia él. Le sacaron y le colocaron fuera de la ciudad. Y cuando los sacaron afuera, uno le dijo: —Huye, por tu vida; no mires atrás ni te detengas en toda la vega; huye a la montaña, pues si no, perecerás. Lot les contestó: —No, por favor, mi Señor; he aquí que tu siervo ha hallado gracia a tus ojos, y ha sido grande la misericordia que has tenido conmigo al salvarme la vida; pero no podré huir hasta la montaña sin que me alcance la desgracia y muera. Mira esa ciudad; está cerca para refugiarme allí y es bien poca cosa; huiré allí —bien poca cosa es— y salvaré la vida. Él le dijo: —Mira, te acepto también esta petición de no destruir la ciudad de la que hablas; date prisa, huye allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues. Por eso aquella ciudad se llamó Soar. Salía el sol en el horizonte cuando Lot llegó a Soar. Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego lanzados por el Señor desde el cielo. Destruyó aquellas ciudades y toda la vega, con todos los habitantes de las ciudades y las plantas del suelo. La mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal. Abrahán se levantó de madrugada y fue al lugar donde había estado con el Señor. Miró hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la región de la vega, y vio que subía de la tierra una humareda como la de un horno. Así, Dios, cuando destruyó las ciudades de la vega, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe que arrasó las ciudades en las que había habitado Lot.
—Génesis 38:8-10 Entonces dijo Judá a Onán: —Acércate a la mujer de tu hermano y cumple con ella como cuñado, para suscitar descendencia a tu hermano. Onán sabía que la descendencia no sería suya, por lo que, cada vez que se llegaba a la mujer de su hermano, derramaba por tierra, para no dar descendencia a su hermano. Desagradó al Señor lo que hacía y le hizo morir también a él.
—Génesis 3:17-19 Al hombre le dijo:—Por haber escuchado la voz de tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí comer: Maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga comerás de ella todos los días de tu vida. Te producirá espinas y zarzas, y comerás las plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado, porque polvo eres y al polvo volverás
—Deuteronomio 25:5-6 Si varios hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la mujer del difunto no tendrá que ir fuera para casarse con un extraño: su cuñado irá donde ella, la tomará por esposa y ejercerá así la ley del levirato. El primogénito que dé a luz llevará el nombre del hermano difunto, para que no sea borrado su nombre de Israel.
—Génesis 2:9 El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles agradables a l vista y buenos para comer; y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
—Génesis 4:11 Ahora, maldito seas, márchate de esta tierra que ha abierto su boca para recibir la sangre que has derramado de tu hermano.
—Números 35:33 No profanaréis la tierra en la que estáis, pues la sangre es lo que profana la tierra, y la tierra no puede ser purificada de la sangre derramada sino por la sangre del que la derramó.
—Éxodo 3:5 Y dijo Dios: No te acerques aquí; quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es tierra sagrada.
— Levítico 18:24-25 »No os haréis impuros con nada de esto, pues por ello se han hecho impuras las naciones que yo voy a expulsar delante de vosotros; con ello han hecho impuro el país. Por eso he decidido castigar su iniquidad, de modo que el país vomitará a sus habitantes.
La Iglesia siempre ha enseñado que la anticoncepción es pecado
ARCANUM DIVINAE SAPIENTIAE de LEÓN XIII en el año 1880
CASTI CONNUBII del Papa Pío XI en el año 1930
Citada en el video:
—Humane Vitae confirmó la enseñanza de siempre de la Iglesia
Aqui se puede acesar https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_25071968_humanae-vitae.html
Han sido las iglesias no católicas las que han aceptado la acción aticonceptiva como moralmente buena.
La Iglesia Anglicana fue la primera comunidad Cristiana no Católica que, en la Conferencia de Lambeth del 1930 en su resolución 15, aprobó el uso de anticonceptivos como un acto moralmente aceptable.
Texto en inglés aqui https://www.anglicancommunion.org/resources/document-library/lambeth-conference/1930/resolution-15-the-life-and-witness-of-the-christian-community-marriage.aspx
—Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.
Video 9 de Catequesis para Adultos
—Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.
—CIC #237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, "que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto" (Concilio Vaticano I: DS 3015). Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.
—CIC #1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4)
—CIC #1 Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas.
—Deuteronomio 6:4-5 Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
—Mateo 28:19 Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
—Efesios 3:14 Por este motivo, me pongo de rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
—CIC #234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" (DCG 47).
CORRECCIÓN
No es la palabra Dios la que es plural, sino la palabra UNO en el Shema Israel:
—Deuteronomio 6:4 “Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno.” En este caso la palabra Uno es echad, אחד, uno existiendo en unidad, un pronombre plural. (Traducido del libro The Bride de Channah Bardan p.5)
—Exodo 3:13 Moisés replicó: —Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga: «El Dios de vuestros padres me envía a vosotros», y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles? Y le dijo Dios a Moisés: —Yo soy el que soy. (Hebreo יהוה) ( YHVH )Y añadió: —Así dirás a los hijos de Israel: «Yo soy» me ha enviado a vosotros
—CIC 206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH, "Yo soy el que es" o "Yo soy el que soy" o también "Yo soy el que Yo soy", Dios dice quién es y con qué nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como el rechazo de un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que Él es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el "Dios escondido" (Is 45,15), su Nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios que se acerca a los hombres.
—CIC 93 «El Espíritu de la verdad suscita y sostiene este sentido de la fe. Con él, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del Magisterio [...], se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre, la profundiza con un juicio recto y la aplica cada día más plenamente en la vida» (LG 12).
—Juan 16:13 Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad,
—CIC #1 Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salvador. En Él y por Él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.
Video 10 Catequesis para Adultos
NOTA ACLARTORIA:
No es la palabra Dios la que es plural, sino la palabra UNO en el Shema Israel:
—Deuteronomio 6:4 “Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno.” En este caso la palabra Uno es echad, אחד, uno existiendo en unidad, un pronombre plural. (Traducido del libro The Bride de Channah Bardan p.5)
—Génesis 1:26 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza.
—CIC #236 Los Padres de la Iglesia distinguen entre la Theologia y la Oikonomia, designando con el primer término el misterio de la vida íntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se revela y comunica su vida. Por la Oikonomia nos es revelada la Theologia; pero inversamente, es la Theologia, la que esclarece toda la Oikonomia. Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar
—Génesis1:1 En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
—CIC #291 "En el principio existía el Verbo [...] y el Verbo era Dios [...] Todo fue hecho por él y sin él nada ha sido hecho" (Jn 1,1-3). El Nuevo Testamento revela que Dios creó todo por el Verbo Eterno, su Hijo amado. "En él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra [...] todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo y todo tiene en él su consistencia" (Col 1, 16-17). La fe de la Iglesia afirma también la acción creadora del Espíritu Santo: él es el "dador de vida" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano), "el Espíritu Creador" (Liturgia de las Horas, Himno Veni, Creator Spiritus), la "Fuente de todo bien" (Liturgia bizantina, Tropario de vísperas de Pentecostés).
—CIC #292 La acción creadora del Hijo y del Espíritu, insinuada en el Antiguo Testamento (cf. Sal 33,6;104,30; Gn 1,2-3), revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia: "Sólo existe un Dios [...]: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas por sí mismo, es decir, por su Verbo y por su Sabiduría", "por el Hijo y el Espíritu", que son como "sus manos" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 2,30,9 y 4, 20, 1). La creación es la obra común de la Santísima Trinidad.
—Exodo 3:13 Moisés replicó: —Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga: «El Dios de vuestros padres me envía a vosotros», y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles? Y le dijo Dios a Moisés: —Yo soy el que soy. (Hebreo יהוה) ( YHVH )Y añadió: —Así dirás a los hijos de Israel: «Yo soy» me ha enviado a vosotros
—Exodo 3:13-14 Moisés replicó: —Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga: «El Dios de vuestros padres me envía a vosotros», y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles? Y le dijo Dios a Moisés: —Yo soy el que soy.
—CIC #290 "En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él. Solo Él es creador (el verbo "crear" —en hebreo bara— tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la fórmula "el cielo y la tierra") depende de Aquel que le da el ser.
—Génesis 1:1 En el principio creó Dios el cielo y la tierra
—Génesis 1:26 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza.
—San Mateo 7:7»Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. 8Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
Video 11 de Catequesis para Adultos
—Exodo 3:13-14 Moisés replicó: —Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga: «El Dios de vuestros padres me envía a vosotros», y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles? Y le dijo Dios a Moisés: —Yo soy el que soy. Y añadió: —Así dirás a los hijos de Israel: «Yo soy» me ha enviado a vosotros.
—CIC #200 Con estas palabras comienza el Símbolo Niceno-Constantinopolitano. La confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y asimismo también fundamental. Dios es Único: no hay más que un solo Dios: "La fe cristiana cree y confiesa que hay un solo Dios [...] por naturaleza, por substancia y por esencia (Catecismo Romano, 1,2,2).
—CIC #203 Dios se reveló a su pueblo Israel dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndose accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente.
—CIC # 212 En el transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y profundizar las riquezas contenidas en la revelación del Nombre divino. Dios es único; fuera de Él no hay dioses (cf. Is 44,6). Dios transciende el mundo y la historia. Él es quien ha hecho el cielo y la tierra: "Ellos perecen, mas tú quedas, todos ellos como la ropa se desgastan [...] pero tú siempre el mismo, no tienen fin tus años" (Sal 102,27-28). En Él "no hay cambios ni sombras de rotaciones" (St 1,17). Él es "Él que es", desde siempre y para siempre y por eso permanece siempre fiel a sí mismo y a sus promesas.
—CIC # 213 Por tanto, la revelación del Nombre inefable "Yo soy el que soy" contiene la verdad de que sólo Dios ES. En este mismo sentido, ya la traducción de los Setenta y, siguiéndola, la Tradición de la Iglesia han entendido el Nombre divino: Dios es la plenitud del Ser y de toda perfección, sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido de Él todo su ser y su poseer. Él solo es su ser mismo y es por sí mismo todo lo que es.
—CIC #293 Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradición no cesan de enseñar y de celebrar : "El mundo ha sido creado para la gloria de Dios" (Concilio Vaticano I: DS 3025). Dios ha creado todas las cosas, explica san Buenaventura, non [...] propter gloriam augendam, sed propter gloriam manifestandam et propter gloriam suam communicandam ("no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla") (In secundum librum sententiarum, dist. 1, p. 2, a.2, q. 1, concl.). Porque Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad: Aperta manu clave amoris creaturae prodierunt ("Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas") (Santo Tomás de Aquino, Commentum in secundum librum Sententiarum, 2, prol.) Y el Concilio Vaticano I explica:
El solo verdadero Dios, en su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni para adquirirla, sino para manifestar su perfección por los bienes que otorga a sus criaturas, con libérrimo designio, justamente desde el comienzo del tiempo, creó de la nada una y otra criatura. (DS 3002).
—Salmos 33:9 porque Él habló, y existió, Él lo ordenó, y se mantuvo.
—CIC #301 Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza:
«Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida» (Sb 11, 24-26).
—CIC #208 Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su pequeñez.
—Lucas 3:22 22 y bajó el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como una paloma. Y se oyó una voz que venía del cielo: —Tú eres mi Hijo, el Amado, en ti me he complacido.
—Juan 1:1 1En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
—Juan 1:14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros,
—Juan 4:24 24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.
Video 12 de Catequesis para Adultos
—Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.
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—Juan 4:24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.
Video 13 de Catequesis para Adultos
—Juan 4:24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.
—Génesis 1:4 Vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de la tiniebla.
—Génesis 1:10 Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de aguas la llamó mares. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:12 La tierra produjo hierba verde, plantas con semilla según su especie, y árboles que dan fruto con semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:17-18 Y Dios las puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra, 18para regir el día y la noche, y para separar la luz de la oscuridad. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:21 Y Dios creó los grandes cetáceos y todos los seres vivos que serpean y llenan las aguas según su especie, y todas las aves aladas según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:25 Dios hizo los animales salvajes según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:31 Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.
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—Catecismo de la Iglesia Católica
https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html
Video 14 de Catequesis Para Adultos
CORRECCION!!!
Roberto menciona un verso de la biblia que el equivocadamente lo cita como si el verso estuviese hablando de los perros. Sin embargo el verso habla no de los perros pero de los siervos o esclavos. Salmos 123:2 “Como los ojos de los esclavos miran a las manos de sus señores, como los ojos de la esclava, a la mano de su señora, así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros.”
Mas adelante encontraran citas sobre el CIC y la Sagrada Escritura que aclaran la bondad y belleza de los animales.
—CIC # 290 ”En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él. Solo Él es creador (el verbo "crear" —en hebreo bara— tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la fórmula "el cielo y la tierra") depende de Aquel que le da el ser.
—CIC # 296 Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear (cf. Concilio Vaticano I: DS 3022). La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina (cf. ibíd., 3023-3024). Dios crea libremente "de la nada" (Concilio de Letrán IV: DS 800; Concilio Vaticano I: ibíd., 3025):
«¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere» (San Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum, 2,4: PG 6, 1052).
—CIC # 301 Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza:
«Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida» (Sb 11, 24-26).
—Génesis 1:11-12 Dijo Dios: —Produzca la tierra hierba verde, plantas con semilla, y árboles frutales sobre la tierra que den fruto según su especie, con semilla dentro. Y así fue. La tierra produjo hierba verde, plantas con semilla según su especie, y árboles que dan fruto con semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:20-21 Dijo Dios: —Que las aguas se llenen de seres vivos, y que vuelen las aves sobre la tierra surcando el firmamento del cielo. Y Dios creó los grandes cetáceos y todos los seres vivos que serpean y llenan las aguas según su especie, y todas las aves aladas según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:24-25 Dijo Dios: —Produzca la tierra seres vivos según su especie, ganados, reptiles y animales salvajes según su especie. Y así fue. Dios hizo los animales salvajes según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:26-31 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza. Que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, sobre todos los animales salvajes y todos los reptiles que se mueven por la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que reptan por la tierra. Y dijo Dios: —He aquí que os he dado todas las plantas portadoras de semilla que hay en toda la superficie de la tierra, y todos los árboles que dan fruto con semilla; esto os servirá de alimento. A todas las fieras, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser vivo, la hierba verde le servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.
—CIC #721 María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la Sabiduría, la Tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María (cf. Pr 8, 1-9, 6; Si 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el "Trono de la Sabiduría”.
En ella comienzan a manifestarse las "maravillas de Dios", que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia:
—CIC #722 El Espíritu Santo preparó a María con su gracia . Convenía que fuese "llena de gracia" la Madre de Aquel en quien "reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente" (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la "Hija de Sión": "Alégrate" (cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en sí al Hijo eterno, hace subir hasta el cielo con su cántico al Padre, en el Espíritu Santo, la acción de gracias de todo el pueblo de Dios y, por tanto, de la Iglesia (cf. Lc 1, 46-55).
—CIC #328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
—CIC #329 San Agustín dice respecto a ellos: Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est; quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, angelus ("El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel") (Enarratio in Psalmum, 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20).
—CIC #330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).
—CIC # 2415 El séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura (cf Gn 1, 28-31). El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creación (cf CA 37-38).
—CIC 2416 Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri.
—CIC #2417 Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen (cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4). Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales son prácticas moralmente aceptables, si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
—CIC #2418 Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos.
—Santiago 3:7 Todo género de fieras, aves, reptiles y animales marinos puede domarse y de hecho ha sido domado por el hombre
Video 15 de Catequésis para Adultos Referencias
CORRECCIÓN!!!
NO es concepción pero creación para los ángeles!!
Shema Israel para católicos que algunos Hebreos Católicos han puesto en sus puertas y lo rezan diariamente (Deuteronomio 6:4-9, San Juan 10:30 y San Juan 15:1-17)
»Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. »Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. »Que estas palabras que yo te dicto hoy estén en tu corazón. Las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés sentado en casa y al ir de camino, al acostarte y al levantarte. Las atarás a tu mano como un signo, servirán de recordatorio ante tus ojos. Las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portones. Deuteronomio 6:4-9
Yo y el Padre somos uno. S. Juan 10:30
»Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos. »Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa. Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando: que os améis los unos a los otros. S Juan 15:1-17
Hasta aqui el Shema Israel para católicos
Sobre los ángeles
—CIC #328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
—CIC #329 San Agustín dice respecto a ellos: Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est; quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, angelus ("El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel") (Enarratio in Psalmum, 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20).
—CIC #330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).
—CIC #391 Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).
Demonios
—CIC #392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta "caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (1 Jn 3,8), "padre de la mentira" (Jn 8,44).
—CIC #414 Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.
Distintas criaturas de Dios
—Génesis 1:3 Dijo Dios: —Haya luz. Y hubo luz. Vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de la tiniebla.
—Génesis 1:9-10 Dijo Dios: —Que se reúnan las aguas de debajo del cielo en un solo lugar, y aparezca lo seco. Y así fue. Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de aguas la llamó mares. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:12 La tierra produjo hierba verde, plantas con semilla según su especie, y árboles que dan fruto con semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:16-18 Dios hizo las dos grandes lumbreras —la lumbrera mayor para regir el día, y la lumbrera menor para regir la noche— y las estrellas. Y Dios las puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra, para regir el día y la noche, y para separar la luz de la oscuridad. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:21 Y Dios creó los grandes cetáceos y todos los seres vivos que serpean y llenan las aguas según su especie, y todas las aves aladas según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:25 Dios hizo los animales salvajes según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:26-31 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza. Que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, sobre todos los animales salvajes y todos los reptiles que se mueven por la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que reptan por la tierra. Y dijo Dios: —He aquí que os he dado todas las plantas portadoras de semilla que hay en toda la superficie de la tierra, y todos los árboles que dan fruto con semilla; esto os servirá de alimento. A todas las fieras, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser vivo, la hierba verde le servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.
—Exodo 3:13-14 Moisés replicó: —Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga: «El Dios de vuestros padres me envía a vosotros», y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles? Y le dijo Dios a Moisés: —Yo soy el que soy. Y añadió: —Así dirás a los hijos de Israel: «Yo soy» me ha enviado a vosotros.
—Deuteronomio 32:39-40 Ved ahora que yo, sólo yo soy, y no existe otro dios frente a Mí. Yo doy la muerte y doy la vida, yo hago la herida y yo mismo la curo, y no hay quien pueda librar de mi mano. Alzo mi mano a los cielos y proclamo: ¡Yo vivo eternamente!
Sobre las vacas en el induísmo
—https://www.expertoanimal.com/animales-sagrados-de-la-india-21729.html
—CIC # 1013 La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin "el único curso de nuestra vida terrena" (LG 48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. "Está establecido que los hombres mueran una sola vez" (Hb 9, 27). No hay "reencarnación" después de la muerte.
Sobre el Juicio Particular
—CIC #1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.
—CIC #1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
«A la tarde te examinarán en el amor» (San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, 57).
Santa María Magdalena
—San Lucas 1:1-2 Sucedió, después, que él pasaba por ciudades y aldeas predicando y anunciando el Evangelio del Reino de Dios. Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios
—San Marcos 16:9 Después de resucitar al amanecer del primer día de la semana, se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.
Beato Bartolo Luongo
—https://es.catholic.net/op/articulos/61322/cat/913/el-beato-bartolome-longo-de-sacerdote-satanico-a-apostol-del-rosario.html#modal
La Confesión
—Juan 20:21-23 Les repitió: —La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: —Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos.
La Vida Eterna
—CIC# 988 El Credo cristiano —profesión de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en su acción creadora, salvadora y santificadora— culmina en la proclamación de la resurrección de los muertos al fin de los tiempos, y en la vida eterna.
—CIC #33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual. La "semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia" (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen más que en Dios.
—CIC # 338 Nada existe que no deba su existencia a Dios creador. El mundo comenzó cuando fue sacado de la nada por la Palabra de Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia humana están enraizados en este acontecimiento primordial: es el origen gracias al cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado (cf San Agustín, De Genesi contra Manichaeos, 1, 2, 4: PL 35, 175).
—Hebreos 13:8 Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos.
—Santiago 1:17 Toda dádiva generosa y todo don perfecto vienen de lo alto y descienden del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de mudanza.
—CIC # 328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
—CIC # 330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).
—CORRECCION. No concepción pero creación de los ángeles
—CIC # 392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta "caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (1 Jn 3,8), "padre de la mentira" (Jn 8,44).
—CIC #393 Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte" (San Juan Damasceno, De fide orthodoxa, 2,4: PG 94, 877C).
—CIC # 391 Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).
—Apocalipsis 12:3 Apareció entonces otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. La cola arrastró una tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra.
El Infierno
—CIC #1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
—CIC #1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
—CIC # 988 El Credo cristiano —profesión de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en su acción creadora, salvadora y santificadora— culmina en la proclamación de la resurrección de los muertos al fin de los tiempos, y en la vida eterna.
—CIC # 989 Creemos firmemente, y así lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día (cf. Jn 6, 39-40). Como la suya, nuestra resurrección será obra de la Santísima Trinidad:
«Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros (Rm 8, 11; cf. 1 Ts 4, 14; 1 Co 6, 14; 2 Co 4, 14; Flp 3, 10-11).
—CIC # 990 El término "carne" designa al hombre en su condición de debilidad y de mortalidad (cf. Gn 6, 3; Sal 56, 5; Is 40, 6). La "resurrección de la carne" significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros "cuerpos mortales" (Rm 8, 11) volverán a tener vida.
—CIC # 998 ¿Quién resucitará? Todos los hombres que han muerto: "los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 29; cf. Dn 12, 2).
—CIC # 1034 Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles [...] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).
—CIC # 1038 La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).
—CIC # 414 Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.
—CIC # 1028 A causa de su transcendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando Él mismo abre su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le da la capacidad para ello. Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia "la visión beatífica":
«¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegrías de la salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios [...], gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, las alegrías de la inmortalidad alcanzada» (San Cipriano de Cartago, Epistula 58, 10).
—CIC # 1029 En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con Cristo; con Él "ellos reinarán por los siglos de los siglos" (Ap 22, 5; cf. Mt 25, 21.23).
—CIC # 1720 El Nuevo Testamento utiliza varias expresiones para caracterizar la bienaventuranza a la que Dios llama al hombre: la llegada del Reino de Dios (cf Mt 4, 17); la visión de Dios: “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8; cf 1 Jn 3, 2; 1 Co 13, 12); la entrada en el gozo del Señor (cf Mt 25, 21. 23); la entrada en el descanso de Dios (Hb 4, 7-11):
«Allí descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá al fin sin fin. ¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin? (San Agustín, De civitate Dei, 22, 30).
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—CIC #414 Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.
—(sobre los ángeles y su elección)
—Juan 4:24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.
—CIC #1 Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salvador. En Él y por Él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.
—CIC #2467 El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas [...], se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias” (DH 2).en busca de la verdad (el hombre)
— S Juan 14:6 Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida —le respondió Jesús—; nadie va al Padre si no es a través de mí.
—Filipenses 3: 8 Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y téngolo por estiércol, para ganar á Cristo
ACLARACIÓN
Roberto dice Tarso, de donde es San Pablo, mas parece ser que Tarso está en Italia, confundiendolo con Tarsis que estaba ubicada en la península Hispánica. (Ver los 3 enlaces a continuación). De ahí que Roberto haya pensado que San Pablo era español.
—Bochart (en su Phaleg) y autores posteriores como Hertz (1936) identifican a Tarsis como la capital del reino de Tartessos que comprendía las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz en España. En el Oráculo en contra de Tiro, el profeta Ezequiel menciona que la plata, el hierro, el plomo y el estaño venían de Tarsis hacia Tiro, los cuales fueron almacenados en Tiro y revendidos, probablemente en Mesopotamia.
Copiado de https://es.wikipedia.org/wiki/Tarsis#Referencias
—https://es.wikipedia.org/wiki/Tartessos
—1 Samuel 15:23 Pecado de hechicero es la rebeldía, crimen de idolatría, la obstinación. Por haber rechazado la palabra del Señor Él te rechaza como rey.
—1 Juan 4:8 El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor.
—Deuteronomio 6:4 »Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. 5»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
—CIC #2112 El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los “ídolos [...] oro y plata, obra de las manos de los hombres”, que “tienen boca y no hablan, ojos y no ven”. Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: “Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza” (Sal 115, 4-5.8; cf. Is 44, 9-20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15,19). Dios, por el contrario, es el “Dios vivo” (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e interviene en la historia.
—CIC #2113 La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. “No podéis servir a Dios y al dinero”, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a “la Bestia” (cf Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina (cf Gál 5, 20; Ef 5, 5).
—CIC #2114 La vida humana se unifica en la adoración del Dios Único. El mandamiento de adorar al único Señor da unidad al hombre y lo salva de una dispersión infinita. La idolatría es una perversión del sentido religioso innato en el hombre. El idólatra es el que “aplica a cualquier cosa, en lugar de a Dios, la indestructible noción de Dios” (Orígenes, Contra Celsum, 2, 40).
ACLARACIÓN
Si podemos amar a las criaturas de la manera que Dios quiere que las amemos.
—Efesios 5:1-2 Imitad, por tanto, a Dios, como hijos queridísimos, 2y caminad en el amor, lo mismo que Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios.
—Efesios 5:25 Maridos: amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella
Video 17 de Catequesis Para Adultos
—Principio y Fundamento de San Ignacio de Loyola
1) “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma;
(2) y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado
(3) De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe privarse de ellas cuanto para ello le impiden
Tomado de https://ceimiami.org/ejercicios-espirituales-primera-etapa-meditacion-2#:~:text=3.%2D%20PRINCIPIO%20Y%20FUNDAMENTO%2C,para%20el%20que%20es%20creado.
El 11 de septiembre de 2013 a las 1019h
—CIC # 1878 Todos los hombres son llamados al mismo fin: Dios. Existe cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre ellos, en la verdad y el amor (cf GS 24, 3). El amor al prójimo es inseparable del amor a Dios.
—CIC # 2196 En respuesta a la pregunta que le hacen sobre cuál es el primero de los mandamientos, Jesús responde: «El primero es: “Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos» (Mc 12, 29-31).
El apóstol san Pablo lo recuerda: «El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm 13, 8-10).
—Hebreos 4:12 “Ciertamente, la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón.”
—Juan 4:24 “Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.”
—CIC # 327 La profesión de fe del IV Concilio de Letrán afirma que Dios, "al comienzo del tiempo, creó a la vez de la nada una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana; luego, la criatura humana, que participa de las dos realidades, pues está compuesta de espíritu y de cuerpo" (Concilio de Letrán IV: DS, 800; cf Concilio Vaticano I: ibíd., 3002 y Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8).
—CIC # 365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.
—CIC # 366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.
—CIC # 367 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para que nuestro "ser entero, el espíritu [...], el alma y el cuerpo" sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).
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Video 18 de Catequesis Para Adultos
—Génesis 1:26 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza.
—CIC # 234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" (DCG 47).
—CIC # 253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804).
—CIC # 255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331).
El Padre y El Hijo
—CIC # 240 Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente sólo es Hijo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27).
El Espíritu Santo
—CIC # 246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del Hijo (Filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: "El Espíritu Santo [...] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración [...]. Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente" (DS 1300-1301).
—CIC # 258 Toda la economía divina es la obra común de las tres Personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf. Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): "Uno es Dios [...] y Padre de quien proceden todas las cosas, Uno el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y Uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Concilio de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.
—Efesios 3:14-15 Por este motivo, me pongo de rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
—CIC # 2205 La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios.
—CIC # 237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, "que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto" (Concilio Vaticano I: DS 3015). Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.
—CIC # 246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del Hijo (Filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: "El Espíritu Santo [...] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración [...]. Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente" (DS 1300-1301).
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—Genesis 1:26-27 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.
Video 19 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" (DCG 47).
—CIC # 255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331).
—Juan 17:3 Ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado.
—Juan 4:24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.
—Juan 1:1 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
—Hebreos 1:2-3 En estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo también el universo. Él, que es resplandor de su gloria e impronta de su sustancia y que sustenta todas las cosas con su palabra poderosa,
—Colosenses 1:15 El cual es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda creación, porque en él fueron creadas todas las cosas
—Audiencia General de San Juan Pablo II el Miércoles 14 de noviembre de 1990 Punto 1. “Hoy queremos comenzar la catequesis repitiendo una afirmación ya hecha antes sobre el tema del único Dios, que la fe cristiana nos enseña a reconocer y a adorar como Trinidad. “El amor recíproco del Padre y del Hijo procede en ellos y de ellos como Persona: el Padre y el Hijo ‘espiran’ al Espíritu de Amor, consustancial a ellos”. La Iglesia, ya desde los comienzos, tenía la convicción de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como Amor.”
—Carta Gratissimam Sane de San Juan Pablo II 1994 Punto 2 “familia tiene su origen en el mismo amor con que el Creador abraza al mundo creado, como está expresado «al principio», en el libro del Génesis (1, 1)”
—Génesis 1:26 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza.
—Génesis 1:27-28 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla;
Video 20 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 258 Toda la economía divina es la obra común de las tres Personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf. Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): "Uno es Dios [...] y Padre de quien proceden todas las cosas, Uno el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y Uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Concilio de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.
Lo que se le atribuye a las Tres Divinas Personas en el Credo
—"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
—Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios…por nuestra salvación bajó del cielo
—Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida
—CIC # 198 Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es "el primero y el [...] último" (Is 44,6), el principio y el fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; nuestro Símbolo se inicia con la creación del cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios.
— CIC # 679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo.
—CIC # 739 Puesto que el Espíritu Santo es la Unción de Cristo, es Cristo, Cabeza del Cuerpo, quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesión por el mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espíritu, Santo y Santificador, a los miembros de su Cuerpo
—Colosenses 1:15-16 El cual es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda creación, porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles,
—Juan 1:1 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
—Juan 1:14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros,
— CIC # 461 Volviendo a tomar la frase de san Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por san Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:
«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2, 5-8; cf. Liturgia de las Horas, Cántico de las Primeras Vísperas de Domingos).
—CIC # 464 El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.
—CIC # 491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:
«... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803).
—CIC # 492 Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (cf. Ef 1, 4).
—CIC # 493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
—CIC # 315 En la creación del mundo y del hombre, Dios ofreció el primero y universal testimonio de su amor todopoderoso y de su sabiduría, el primer anuncio de su "designio benevolente" que encuentra su fin en la nueva creación en Cristo.
—CIC # 374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.
—CIC # 411 La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el "protoevangelio" la madre de Cristo, María, como "nueva Eva". Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original (cf. Pío IX: Bula Ineffabilis Deus: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf. Concilio de Trento: DS 1573).
—CIC # 430 Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc 2, 7), es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.
—Mateo 11:19 Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «Mirad un hombre comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores».
—Mateo 16:16 Respondió Simón Pedro: —Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
—CIC # 251 Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: "substancia", "persona" o "hipóstasis", "relación", etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos términos destinados también a significar en adelante un Misterio inefable, "infinitamente más allá de todo lo que podemos concebir según la medida humana" (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 2).
—Hebreos 4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que, de manera semejante a nosotros, ha sido probado en todo, excepto en el pecado.
—Lucas 2:40 El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.
—Lucas 2:52 Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres.
—Lucas 2: 46 Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles.
—Lucas 2:51 Bajó con ellos, vino a Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
Video 21 Catequesis Para Adultos
—San Juan 16:13 Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad, pues no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo que oiga y os anunciará lo que va a venir.
—CIC # 469 La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero Hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor:
—CIC # 251 Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: "substancia", "persona" o "hipóstasis", "relación", etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos términos destinados también a significar en adelante un Misterio inefable, "infinitamente más allá de todo lo que podemos concebir según la medida humana" (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 2).
—CIC # 252 La Iglesia utiliza el término "substancia" (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") para designar el ser divino en su unidad; el término "persona" o "hipóstasis" para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí; el término "relación" para designar el hecho de que su distinción reside en la referencia de cada uno a los otros.
—CIC # 468 Después del Concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra éstos, el quinto Concilio Ecuménico, en Constantinopla, el año 553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más que una sola hipóstasis [o persona] [...] que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad" (Concilio de Constantinopla II: DS, 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (cf. ya Concilio de Éfeso: DS, 255), no solamente los milagros sino también los sufrimientos (cf. Concilio de Constantinopla II: DS, 424) y la misma muerte: "El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la Santísima Trinidad" (ibíd., 432).
—Génesis 1:10 Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de aguas la llamó mares. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:17 Y Dios las puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra, 18para regir el día y la noche, y para separar la luz de la oscuridad. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:21 Y Dios creó los grandes cetáceos y todos los seres vivos que serpean y llenan las aguas según su especie, y todas las aves aladas según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:25 Dios hizo los animales salvajes según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:27-31 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: —Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que reptan por la tierra. Y dijo Dios: —He aquí que os he dado todas las plantas portadoras de semilla que hay en toda la superficie de la tierra, y todos los árboles que dan fruto con semilla; esto os servirá de alimento. A todas las fieras, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser vivo, la hierba verde le servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.
—CIC # 252 La Iglesia utiliza el término "substancia" (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") para designar el ser divino en su unidad; el término "persona" o "hipóstasis" para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí; el término "relación" para designar el hecho de que su distinción reside en la referencia de cada uno a los otros.
—Génesis 1:26 Dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza.
—Génesis 2:7 Entonces, el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo.
—CIC # 357 Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.
—Juan 1:14 1Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros,
—CIC # 1265 El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una nueva creatura" (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19).
—San Juan 10:33-36—No queremos lapidarte por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios —le respondieron los judíos. Jesús les contestó: —¿No está escrito en vuestra Ley: Yo dije: «Sois dioses»? Si llamó dioses a quienes se dirigió la palabra de Dios, y la Escritura no puede fallar, ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, decís vosotros que blasfema porque dije que soy Hijo de Dios?
—Salmos 82:1-8 Salmo. De Asaf. Dios se levanta en el consejo divino, juzga en medio de los dioses: «¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y favoreceréis a los impíos? Pausa Defended al débil y al huérfano, haced justicia al pobre y al necesitado. Poned a salvo al débil, librad al desvalido de la mano de los impíos». Pero ellos no saben ni disciernen, caminan en tinieblas. ¡Se conmueven todos los fundamentos de la tierra! Yo os digo: «Vosotros sois dioses, todos vosotros, hijos del Altísimo. Pero moriréis como todos los hombres, caeréis como cualquier príncipe». ¡Levántate, oh Dios! Juzga la tierra, porque Tú eres el Señor de todas las naciones.
—CIC # 460 El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (San Atanasio de Alejandría, De Incarnatione, 54, 3: PG 25, 192B). Unigenitus [...] Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de Aquino, Oficio de la festividad del Corpus, Of. de Maitines, primer Nocturno, Lectura I).
—CIC # 375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).
—CIC # 237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, "que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto" (Concilio Vaticano I: DS 3015). Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.
—Génesis 3:6-8 La mujer se fijó en que el árbol era bueno para comer, atractivo a la vista y que aquel árbol era apetecible para alcanzar sabiduría; tomó de su fruto, comió, y a su vez dio a su marido que también comió. Entonces se les abrieron los ojos y conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín.
Video 22 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 265 “Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19) somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios 9).
—Génesis 3:6 La mujer se fijó en que el árbol era bueno para comer, atractivo a la vista y que aquel árbol era apetecible para alcanzar sabiduría; tomó de su fruto, comió, y a su vez dio a su marido que también comió.
—CIC # 404 “¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus unius hominis ("Como el cuerpo único de un único hombre") (Santo Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de malo, 4,1). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído (cf. Concilio de Trento: DS 1511-1512). Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", "no cometido", un estado y no un acto.
—1 Juan 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
—CIC #1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1, 12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14-17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 3-4), de la vida eterna (cf Jn 17, 3).
—CIC # 2007 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito por parte del hombre. Entre Él y nosotros, la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos recibido todo de Él, nuestro Creador.
—Génesis 1:4 Vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de la tiniebla.
—Génesis 1:10 Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de aguas la llamó mares. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:12 La tierra produjo hierba verde, plantas con semilla según su especie, y árboles que dan fruto con semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:17-18 Y Dios las puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra, 18para regir el día y la noche, y para separar la luz de la oscuridad. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:21 Y Dios creó los grandes cetáceos y todos los seres vivos que serpean y llenan las aguas según su especie, y todas las aves aladas según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:25 Dios hizo los animales salvajes según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Dios que era bueno.
—Génesis 1:31 Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.
—S Juan 1:1-3 “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por él, y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.”
—Colosenses 1:16-17 porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean los tronos o las dominaciones, los principados o las potestades. Todo ha sido creado por él y para él.
—Sobre la concepción de Adan y Eva se hablará en videos futuros, si Dios quiere
—Lucas 3:23-38 Adan hijo de Dios
—CIC # 375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).
—Proverbios 8:27 y siguientes… La alegría a de la sabiduría de Dios es estar con los hijos de los hombres.
—CIC # 1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” puede ahora llamar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.
—Efesios 1:5 nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad
—1 Juan 3:1 Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos! Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él.
—Hebreos 1: 5 Pues ¿a qué ángel le dijo alguna vez: Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy? ¿O también: Yo seré para él Padre y para mí él será Hijo?
—CIC # 391 Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).
—CIC # 392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta "caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (1 Jn 3,8), "padre de la mentira" (Jn 8,44).
—Galatas 3:26 En efecto, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo.
—Romanos 6:3 ¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en él con una muerte como la suya, también lo seremos con una resurrección como la suya,
—Romanos 8:15-16 Porque no recibisteis un espíritu de esclavitud para estar de nuevo bajo el temor, sino que recibisteis un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abbá, Padre!» Pues el Espíritu mismo da testimonio junto con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.
—CIC # 1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1, 12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14-17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 3-4), de la vida eterna (cf Jn 17, 3).
—CIC #1213 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (cf Concilio de Florencia: DS 1314; CIC, can 204,1; 849; CCEO 675,1): Baptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo" ("El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra": Catecismo Romano 2,2,5).
2 Pedro 1:3-4 Su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento del que nos ha llamado por su propia gloria y potestad: con ello nos ha regalado los preciosos y más grandes bienes prometidos, para que por éstos lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, tras haber escapado de la corrupción que reina en el mundo a causa de la concupiscencia.
Video 23 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” puede ahora llamar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.
—CIC # 375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).
—San Lucas 3:23-38 “Tenía Jesús al comenzar unos treinta años, y era, según se pensaba, hijo de José, hijo de Helí, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de Jannaí, hijo de José, hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Naúm, hijo de Eslí, hijo de Nangaí, hijo de Maaz, hijo de Matatías, hijo de Semeín, hijo de Josec, hijo de Jodá, hijo de Joanán, hijo de Resá, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri, hijo de Melquí, hijo de Addí, hijo de Cosán, hijo de Elmadán, hijo de Er, hijo de Jesús, hijo de Eliezer, hijo de Jorín, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquín, hijo de Meleá, hijo de Menná, hijo de Mattatá, hijo de Natán, hijo de David, hijo de Jesé, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de Naasón, hijo de Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrón, hijo de Farés, hijo de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abrahán, hijo de Taré, hijo de Nacor, hijo de Seruc, hijo de Ragau, hijo de Falec, hijo de Eber, hijo de Sala, hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec, hijo de Matusalén, hijo de Henoc, hijo de Jaret, hijo de Maleel, hijo de Cainán, hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. (La otra genealogía del Señor está en San Mateo 1:1-17_
—Romanos 6:3 ¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en él con una muerte como la suya, también lo seremos con una resurrección como la suya,
—Bula Ineffabilis Deus del Papa Pío IX "Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."
Dogma proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
—2 Corintios 5:17 Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.
—CIC 494 «Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María"». (LG. 56; cf. Adversus haereses, 3, 22, 4)
Santo Tomás no entendió la Inmaculada Concepción
—https://www.infocatolica.com/blog/praeclara.php/2302010211-doctrina-de-santo-tomas-acerc
—Esto es lo que pensaba Santo Thomas. Recordemos que el vivió antes de que La Santa Madre Iglesia definiera el Dogma de la Inmaculada Concepción, de manera que aunque la siguiente afirmación de Santo Thomas no es ortodoxa, el no incurrió en herejía pues no acepto algo contrario a lo definido por la Iglesia hasta ese momento.
IIIa, q. 27, a. 2, c:
“La santificación de la Virgen María antes de su animación no es admisible por dos motivos. Primero, porque la santificación de que hablamos no es otra cosa que la limpieza del pecado original, puesto que la santidad es la limpieza perfecta, según dice Dionisio en el c.12 del De Div. Nom.. Ahora bien, la culpa no puede limpiarse más que por medio de la gracia, cuyo sujeto es solamente la criatura racional. Y, por tanto, la Virgen María no fue santificada antes de la infusión del alma racional.
Segundo, porque al ser exclusivamente sujeto de la culpa el alma racional, antes de la infusión de la misma, la prole concebida no está sometida a la culpa. Y así, de cualquier manera en que la Virgen María hubiera sido santificada antes de la animación, jamás hubiese incurrido en la mancha de la culpa original y, en consecuencia, tampoco hubiera necesitado de la redención y de la salvación, que viene por Cristo, de quien se dice en Mt 1,21: El salvará a su pueblo de sus pecados. Pero resulta inaceptable que Cristo no sea el Salvador de todos los hombres, como se afirma en 1 Tim 4,10. De donde se concluye que la santificación de la Virgen María tuvo lugar después de su animación.
Mas Nuestra Santa Madre la Iglesia aclaró como es posible la Inmaculada Concepción y nos confirmó an la Fe de siempre;
— "Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."
Dogma proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
—CIC # 634 "Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva ..." (1 P 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.
—CIC # 605 Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor es sin excepción: "De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños" (Mt 18, 14). Afirma "dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28); este último término no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo" (Concilio de Quiercy, año 853: DS, 624).
—CIC #291 "En el principio existía el Verbo [...] y el Verbo era Dios [...] Todo fue hecho por él y sin él nada ha sido hecho" (Jn 1,1-3). El Nuevo Testamento revela que Dios creó todo por el Verbo Eterno, su Hijo amado. "En él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra [...] todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo y todo tiene en él su consistencia" (Col 1, 16-17). La fe de la Iglesia afirma también la acción creadora del Espíritu Santo: él es el "dador de vida" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano), "el Espíritu Creador" (Liturgia de las Horas, Himno Veni, Creator Spiritus), la "Fuente de todo bien" (Liturgia bizantina, Tropario de vísperas de Pentecostés).
—CIC # 1214 Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la "inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como "nueva criatura" (2 Co 5,17; Ga 6,15).
—CIC # 1215 Este sacramento es llamado también “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tt 3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar en el Reino de Dios" (Jn 3,5).
—CIC # 1258 Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.
—CIC # 1260 "Cristo murió por todos y la vocación última del hombre en realmente una sola, es decir, la vocación divina. En consecuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual" (GS 22; cf LG 16; AG 7). Todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la voluntad de Dios según él la conoce, puede ser salvado. Se puede suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el Bautismo si hubiesen conocido su necesidad.
—CIC # 848 «Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, "sin la que es imposible agradarle" (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar» (AG 7).
—https://www.aciprensa.com/noticias/53753/cada-28-de-diciembre-se-celebra-a-los-santos-inocentes-los-ninos-sacrificados-por-cristo
Cada 28 de diciembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de los Santos Inocentes, los niños que murieron por Cristo, el Mesías de la humanidad, asesinados por órdenes del rey Herodes.
—San Lucas 16:22 Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahám
—1 Timoteo 2:5 Porque uno solo es Dios y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre,
—San Mateo 6:8-15 Así pues, no seáis como ellos, porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. Vosotros, en cambio, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra; danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos pongas en tentación, sino líbranos del mal. »Porque si les perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados.
Video 24 de Catequesis Para Adultos Referencia
—S Marcos 16:15-16 Y les dijo: —Id al mundo entero y predicad el Evangelio a todo lo creado. El que crea y sea bautizado será salvado; pero el que no crea será condenado.
—CIC # 1257 El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (cf Jn 3,5). Por ello mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones (cf Mt 28, 19-20; cf DS 1618; LG 14; AG 5). El Bautismo es necesario para la salvación en aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento (cf Mc 16,16). La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna; por eso está obligada a no descuidar la misión que ha recibido del Señor de hacer "renacer del agua y del Espíritu" a todos los que pueden ser bautizados. Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, sin embargo, Él no queda sometido a sus sacramentos.
—CIC #845 El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación. Ella es el "mundo reconciliado" (San Agustín, Sermo 96, 7-9). Es, además, este barco que pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo ("con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Espíritu Santo, navega bien en este mundo"; san Ambrosio, De virginitate 18, 119); según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el Arca de Noé que es la única que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).
"Fuera de la Iglesia no hay salvación"
—CIC #846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
El santo Sínodo [...] «basado en la sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el Bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella» (LG 14).
—1 Timoteo 2:5 Porque uno solo es Dios y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre
—Génesis 3:15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón.
—CIC # 410 Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado "Protoevangelio", por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta.
—CIC # 399 La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9-10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (cf. Gn 3,5).
—CIC # 400 La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gn 3,7); la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio (cf. Gn 3,16). La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creación es sometida "a la servidumbre de la corrupción" (Rm 8,21). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia (cf. Gn 2,17), se realizará: el hombre "volverá al polvo del que fue formado" (Gn 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).
—CIC # 404 ¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus unius hominis ("Como el cuerpo único de un único hombre") (Santo Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de malo, 4,1). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído (cf. Concilio de Trento: DS 1511-1512). Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", "no cometido", un estado y no un acto.
—Génesis 3:15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón.
—Romanos 5:12 Por tanto, así como por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y a través del pecado la muerte, y de esta forma la muerte llegó a todos los hombres, porque todos pecaron…
—CIC # 402 Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. San Pablo lo afirma: "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rm 5,19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: "Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida" (Rm 5,18).
—CIC # 409 Esta situación dramática del mundo que "todo entero yace en poder del maligno" (1 Jn 5,19; cf. 1 P 5,8), hace de la vida del hombre un combate:
«A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo (GS 37,2).
—CIC # 411 La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el "protoevangelio" la madre de Cristo, María, como "nueva Eva". Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original (cf. Pío IX: Bula Ineffabilis Deus: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf. Concilio de Trento: DS 1573).
—Génesis 3:6 La mujer se fijó en que el árbol era bueno para comer, atractivo a la vista y que aquel árbol era apetecible para alcanzar sabiduría; tomó de su fruto, comió, y a su vez dio a su marido que también comió.
—1 Timoteo 2:13 Porque Adán fue formado primero, Eva después. Además, Adán no fue engañado; pero la mujer, dejándose engañar, incurrió en pecado.
—1 Corintios 15:21-22 Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre la resurrección de los muertos. Y así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.
—1 Corintios 15:23-24 Pero cada uno en su orden debido: como primer fruto, Cristo; luego, con su venida, los que son de Cristo. Después llegará el fin, cuando entregue el Reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, toda potestad y poder.
—Zacarías 9:9 Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, hija de Jerusalén, mira, tu rey viene hacia ti, es justo y victorioso, montado sobre un asno, sobre un borrico, cría de asna.
—La Salve “los desterrados hijos de Eva” “gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”
—CIC # 501 Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende (cf. Jn 19, 26-27; Ap 12, 17) a todos los hombres a los cuales Él vino a salvar: "Dio a luz al Hijo, al que Dios constituyó el Primogénito entre muchos hermanos (Rm 8,29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre" (LG 63).
Video 25 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 511 La Virgen María "colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres" (LG 56). Ella pronunció su "fiat" loco totius humanae naturae ("ocupando el lugar de toda la naturaleza humana") (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 3, q. 30, a. 1 ): Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes.
—San Juan Pablo II Audiencia General Sábado 20 de julio de 1991 “Tanto el termino hebraico qahal como el griego ekklesia significan «reunión», «asamblea». Ekklesia tiene relación etimológica con el verbo kalein, que significa «llamar». En el lenguaje semítico, la palabra tenía prácticamente el significado de «asamblea» (convocada), y en el Antiguo Testamento se usaba para designar a la «comunidad» del pueblo elegido, especialmente en el desierto (cf. Dt 4, 10; Hch 7, 38)”. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1991/documents/hf_jp-ii_aud_19910720.pdf
Congregación de Israel
—CIC # 751 La palabra "Iglesia" [ekklèsia, del griego ek-kalein - "llamar fuera"] significa "convocación". Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19, 39), en general de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (cf. Ex 19).
Congregación de Mesías
—CIC # 751 (cont.) Dándose a sí misma el nombre de "Iglesia", la primera comunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios "convoca" a su Pueblo desde todos los confines de la tierra. El término Kyriaké, del que se deriva las palabras church en inglés, y Kirche en alemán, significa "la que pertenece al Señor".
— Hechos 10:1-48 Un hombre de Cesarea llamado Cornelio, centurión de la cohorte denominada Itálica, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios sin cesar, vio claramente en una visión, hacia la hora nona del día, al ángel de Dios que llegaba hasta él y le decía: —¡Cornelio! Él le miró fijamente y, sobrecogido de temor, dijo: —¿Qué ocurre, señor? Y le respondió: —Tus oraciones y limosnas han subido como memorial ante la presencia del Señor. Envía ahora unos hombres a Jope y haz venir a un tal Simón, de sobrenombre
Pedro, que se hospeda en casa de otro Simón, curtidor, que vive junto al mar. En cuanto se retiró el ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso de los que estaban a sus órdenes, les refirió todo y los envió a Jope.
Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, subió Pedro a la azotea, hacia la hora sexta, para orar. Sintió hambre y quiso tomar algo. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis, y vio el cielo abierto y cierto objeto como un gran mantel con cuatro puntas, que descendía y se posaba sobre la tierra. En él estaban todos los cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y le llegó una voz—¡Levántate, Pedro, mata y come! Pero Pedro replicó: —De ningún modo, Señor, porque jamás comí nada profano e impuro. Y la misma voz por segunda vez: —Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano. Esto ocurrió tres veces y enseguida el objeto fue elevado al cielo. Mientras Pedro cavilaba qué podría significar la visión que había tenido, los hombres enviados por Cornelio, tras localizar la casa de Simón, se presentaron en el porche. Después de llamar preguntaron si allí se hospedaba Simón, por sobrenombre Pedro. Mientras Pedro seguía pensando en la visión, le dijo el Espíritu: —Mira, te buscan tres hombres. Levántate, baja y vete con ellos sin ningún reparo, porque los he enviado yo.
Bajó Pedro al encuentro de los hombres y les dijo: —Yo soy el que buscáis. ¿Cuál es el motivo de que hayáis venido? Ellos respondieron: —El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, acreditado por toda la población judía, recibió aviso de un santo ángel para hacerte venir a su casa y escuchar tus palabras. Entonces les invitó y les dio hospedaje.
Al día siguiente se levantó y partió con ellos. Les acompañaban algunos hermanos de Jope. Entró en Cesarea al otro día. Cornelio, después de haber reunido a sus parientes y amigos más íntimos, les estaba esperando. En el momento en que entraba Pedro, salió Cornelio a su encuentro y, postrándose, le adoró. Pero Pedro le incorporó diciendo: —Levántate, que también yo soy un simple hombre. Y conversando con él pasó adentro y encontró a muchas personas reunidas. Y les dijo: —Vosotros sabéis que está prohibido para un judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero Dios me ha enseñado a no llamar profano a ningún hombre. Por eso he venido sin vacilación en cuanto me habéis llamado. Ahora os pregunto por qué motivo me habéis mandado llamar. Cornelio dijo: —Hoy hace cuatro días estaba yo orando en mi casa a la hora nona y se presentó ante mí un varón de brillante vestidura, y me dijo: «¡Cornelio!, tu oración ha sido oída y tus limosnas han sido recordadas en la presencia de Dios. Manda emisarios a Jope y haz llamar a Simón, de sobrenombre Pedro, que se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar». Enseguida te envié emisarios, y tú has hecho bien en venir. Ahora todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios para escuchar lo que te ha ordenado el Señor.
Pedro comenzó a hablar: —En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier pueblo le es agradable todo el que le teme y obra la justicia. Ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciando el Evangelio de la paz por medio de Jesucristo, que es Señor de todos.
»Vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder, y cómo pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero. Pero Dios le resucitó al tercer día y le concedió manifestarse, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos; y nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que a él es a quien Dios ha constituido juez de vivos y muertos. Acerca de él testimonian todos los profetas que todo el que cree en él recibe por su nombre el perdón de los pecados.
Todavía estaba diciendo Pedro estas cosas cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra; y los fieles que procedían de la circuncisión y que habían acompañado a Pedro quedaron atónitos, porque también sobre los gentiles se derramaba el don del Espíritu Santo; pues les oían hablar lenguas y glorificar a Dios. Entonces habló Pedro: —¿Podrá alguien negar el agua del bautismo a estos que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedase algunos días.
—Génesis 3:20 El hombre llamó a su mujer Eva, porque ella habría de ser la madre de todos los vivientes.
—CIC # 511 La Virgen María "colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres" (LG 56). Ella pronunció su "fiat" loco totius humanae naturae ("ocupando el lugar de toda la naturaleza humana") (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 3, q. 30, a. 1 ): Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes.
—Humanis Generis punto 29. Por todas estas razones, el Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente —pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios—. Mas todo ello ha de hacerse de manera que las razones de una y otra opinión —es decir la defensora y la contraria al evolucionismo— sean examinadas y juzgadas seria, moderada y templadamente; y con tal que todos se muestren dispuestos a someterse al juicio de la Iglesia, a quien Cristo confirió el encargo de interpretar auténticamente las Sagradas Escrituras y defender los dogmas de la fe. Pero algunos traspasan esta libertad de discusión, obrando como si el origen del cuerpo humano de una materia viva preexistente fuese ya absolutamente cierto y demostrado por los datos e indicios hasta el presente hallados y por los raciocinios en ellos fundados; y ello, como si nada hubiese en las fuentes de la revelación que exija la máxima moderación y cautela en esta materia.
—Humanis Generis punto 30 Mas, cuando ya se trata de la otra hipótesis, es a saber, la del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, porque los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio
—Humanis Generis punto 29 pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios
—CIC # 366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.
—Génesis 2:7 7 Entonces, el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo.
Video 26 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 411 La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el "protoevangelio" la madre de Cristo, María, como "nueva Eva". Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original (cf. Pío IX: Bula Ineffabilis Deus: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf. Concilio de Trento: DS 1573).
—1 Timoteo 2:13 Porque Adán fue formado primero, Eva después. Fue tomada de Adán
—Humanis Generis punto 30 Mas, cuando ya se trata de la otra hipótesis, es a saber, la del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, porque los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio
—CIC # 404 ¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus unius hominis ("Como el cuerpo único de un único hombre") (Santo Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de malo, 4,1). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo.
—Génesis 2:18-20 Entonces dijo el Señor Dios: —No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda adecuada para él. El Señor Dios formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, de modo que cada ser vivo tuviera el nombre que él le hubiera impuesto. Y el hombre puso nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todas las fieras del campo; pero para él no encontró una ayuda adecuada.
—Génesis 2:21-23 Entonces el Señor Dios infundió un profundo sueño al hombre y éste se durmió; tomó luego una de sus costillas y cerró el hueco con carne. Y el Señor Dios, de la costilla que había tomado del hombre, formó una mujer y la presentó al hombre. Entonces dijo el hombre: —Ésta sí es hueso de mis huesos, y carne de mi carne. Se la llamará mujer, porque del varón fue hecha.
— Génesis 19: 30-36 Luego subió Lot desde Soar y se estableció en la montaña con sus dos hijas, pues tuvo miedo de vivir en Soar. Él y sus dos hijas habitaban en una cueva. Entonces la mayor dijo a la más joven: —Nuestro padre es anciano, y en la región no hay un hombre que se una con nosotras como es costumbre en todo el mundo. Vamos, hagamos beber vino a nuestro padre, durmamos con él y tendremos descendencia de nuestro padre. Aquella noche hicieron beber vino a su padre, y la mayor fue y durmió con su padre sin que él se diera cuenta de cuando ella se acostó ni de cuando se levantó. Al día siguiente la hija mayor dijo a la más joven: —Mira, anoche dormí yo con mi padre; hagámosle beber vino también esta noche, vas y duermes tú con él; así tendremos descendencia de nuestro padre. Hiciéronle beber vino a su padre también aquella noche, y la hija menor fue y durmió con él sin que él se diera cuenta de cuando ella se acostó ni de cuando se levantó. Así, las dos hijas de Lot concibieron de su padre.
—Génesis 2:22-23 Y el Señor Dios, de la costilla que había tomado del hombre, formó una mujer y la presentó al hombre. Entonces dijo el hombre: —Ésta sí es hueso de mis huesos, y carne de mi carne. Se la llamará mujer, porque del varón fue hecha.
—Génesis 2:24 Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne.
—Génesis 1:27-28 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo:
—Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla;
—Génesis 3:20 El hombre llamó a su mujer Eva, porque ella habría de ser la madre de todos los vivientes.
—Camino # 496 Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!
Hija de Dios Padre
—CIC # 967 Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro supereminente y del todo singular de la Iglesia" (LG 53), incluso constituye "la figura" [typus] de la Iglesia (LG 63).
Madre de Dios Hijo
—CIC # 495 Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús"(Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS, 251).
Esposa del Espíritu Santo
—CIC # 484 La Anunciación a María inaugura "la plenitud de los tiempos"(Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc 1, 35).
—CIC # 485 La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.
—Exodo 4:22 Entonces tú dirás al Faraón: «Así dice el Señor: Israel es mi hijo, mi primogénito.
—Oséas 11:1 Cuando Israel era niño, Yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
—Mateo 2:14-15 Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
—Salmos 17:8 Guárdame como la niña de tus ojos; a la sombra de tus alas escóndeme
—Zacarías 2:12 Porque esto dice el Señor de los ejércitos, que tras la gloria me ha enviado a las naciones que os saquearon: “Quien os toca a vosotros toca a la niña de mis ojos
—Oseas 2:16-22 Por eso, Yo mismo la seduciré, la conduciré al desierto y le hablaré al corazón. Y desde allí le daré sus viñas y el valle de Acor será puerta de esperanza; allí me responderá como en los días de su juventud, como el día que subió de la tierra de Egipto. Sucederá que aquel día —oráculo del Señor— me llamarás «Marido mío», y no me llamarás más «Baal mío». Quitaré de su boca los nombres de los baales, y no serán ya mencionados sus nombres. Aquel día sellaré a favor de ellos un pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra; arco, espada y guerra eliminaré de la tierra, y haré que reposen tranquilos. Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré conmigo en justicia y derecho, en amor y misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Señor.
—Juan 1:1 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
—Juan 1: 14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros
—Apocalipsis 19:7-8 Alegrémonos; saltemos de júbilo; démosle gloria, pues llegaron las bodas del Cordero y se ha engalanado su esposa; le han regalado un vestido de lino deslumbrante y puro: el lino son las buenas obras de los santos».
—CIC # 808 La Iglesia es la Esposa de Cristo: la ha amado y se ha entregado por ella. La ha purificado por medio de su sangre. Ha hecho de ella la Madre fecunda de todos los hijos de Dios.
—Efesios 5:25 Maridos: amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella
—CIC# 1150 Signos de la Alianza. El pueblo elegido recibe de Dios signos y símbolos distintivos que marcan su vida litúrgica: no son ya solamente celebraciones de ciclos cósmicos y de acontecimientos sociales, sino signos de la Alianza, símbolos de las grandes acciones de Dios en favor de su pueblo. Entre estos signos litúrgicos de la Antigua Alianza se puede nombrar la circuncisión, la unción y la consagración de reyes y sacerdotes, la imposición de manos, los sacrificios y, sobre todo, la Pascua. La Iglesia ve en estos signos una prefiguración de los sacramentos de la Nueva Alianza.
Video 27 de Catequesis Para Adultos
Los Sacramentos
—CIC # 1131 Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas.
—CIC # 1127 Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos confieren la gracia que significan (cf Concilio de Trento: DS 1605 y 1606). Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo; Él es quien bautiza, Él quien actúa en sus sacramentos con el fin de comunicar la gracia que el sacramento significa. El Padre escucha siempre la oración de la Iglesia de su Hijo que, en la epíclesis de cada sacramento, expresa su fe en el poder del Espíritu. Como el fuego transforma en sí todo lo que toca, así el Espíritu Santo transforma en vida divina lo que se somete a su poder.
— CIC # 1128 Tal es el sentido de la siguiente afirmación de la Iglesia (cf Concilio de Trento: DS 1608): los sacramentos obran ex opere operato (según las palabras mismas del Concilio: "por el hecho mismo de que la acción es realizada"), es decir, en virtud de la obra salvífica de Cristo, realizada de una vez por todas. De ahí se sigue que "el sacramento no actúa en virtud de la justicia del hombre que lo da o que lo recibe, sino por el poder de Dios" (Santo Tomás de Aquino, S. Th., 3, q. 68, a.8, c). En consecuencia, siempre que un sacramento es celebrado conforme a la intención de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Espíritu actúa en él y por él, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe.
—CIC #774 Los siete sacramentos son los signos y los instrumentos mediante los cuales el Espíritu Santo distribuye la gracia de Cristo, que es la Cabeza, en la Iglesia que es su Cuerpo.
—CIC # 1116 Los sacramentos, como "fuerzas que brotan" del Cuerpo de Cristo (cf Lc 5,17; 6,19; 8,46) siempre vivo y vivificante, y como acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son "las obras maestras de Dios" en la nueva y eterna Alianza.
El bautismo limpia todos los pecados
—CIC # 1263 Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales así como todas las penas del pecado (cf DS 1316). En efecto, en los que han sido regenerados no permanece nada que les impida entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de Adán, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, la más grave de las cuales es la separación de Dios.
Nos hace hijos de Dios
—CIC # 1270 Los bautizados "renacidos [por el bautismo] como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia" (LG 11) y de participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios (cf LG 17; AG 7,23).
—CIC # 1265 El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una nueva creatura" (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19).
—Gálatas 3:27 27 Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo.
—CIC # 871 Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios
—CIC # 1266 La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificación que :
— le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante las virtudes teologales;
— le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu Santo;
— le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales.
Así todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene su raíz en el santo Bautismo.
—1 Corintios 11:28-29 Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación.
—CIC # 1256 Son ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar (cf CIC can. 861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal trinitaria. La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la voluntad salvífica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4) y en la necesidad del Bautismo para la salvación (cf Mc 16,16).
—Juan 1:12-13 Pero a cuantos le recibieron les dio la potestad de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, 13que no han nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni del querer del hombre, sino de Dios.
—Exodo 12:47-49 Toda la comunidad de Israel la celebrará. Si un extranjero que vive entre vosotros quiere celebrar la Pascua del Señor, que se circuncide él y todo varón de su familia; después podrá acercarse a participar de ella. Será como un nativo. Pero ningún incircunciso podrá comerla. La misma ley regirá para el nativo y para el extranjero que habita en medio de vosotros».
—Colosenses 2:11-12 Por él fuisteis también circuncidados con una circuncisión no hecha por mano que mutila el cuerpo carnal, sino con la circuncisión de Cristo. Sepultados con él por medio del Bautismo, también fuisteis resucitados con él mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.
—1 Pedro 3:20-21 en otro tiempo incrédulos, cuando en tiempos de Noé les esperaba Dios pacientemente, mientras se construía el arca. En ella, unos pocos —ocho personas— fueron salvados a través del agua. 21Esto era figura del bautismo, que ahora os salva, no por quitar la suciedad del cuerpo, sino por pedir firmemente a Dios una conciencia buena, por la resurrección de Jesucristo,
—Hechos 16:14 Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira y temerosa de Dios, nos escuchaba. El Señor abrió su corazón para que comprendiese lo que Pablo decía. Después de haber sido bautizada ella, y su casa, nos insistía: —Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa —y nos obligó.
—Hechos 16:32 Le predicaron entonces la palabra del Señor a él y a todos los de su casa. En aquella hora de la noche los tomó consigo, les lavó las heridas y acto seguido se bautizaron él y todos los suyos. Les hizo subir a su casa, les preparó la mesa y se regocijó con toda su familia por haber creído en Dios.
—CIC Articulo 4
«Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20, 12).
«Vivía sujeto a ellos» (Lc 2, 51).
El Señor Jesús recordó también la fuerza de este “mandamiento de Dios” (Mc 7, 8 -13). El apóstol enseña: “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra» (Ef 6, 1-3; cf Dt 5 16).
—Génesis 2:24 Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne.
—Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.
—Efesios 5:21 Estad sujetos unos a otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, del cual él es el salvador. Pues como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Concilio de Jerusalén
—Hechos 15:1-35 Algunos que bajaron de Judea enseñaban a los hermanos: —Si no os circuncidáis según la costumbre mosaica no podéis salvaros. Se produjo entonces una conmoción y controversia no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos. Decidieron que Pablo y Bernabé, con algunos otros, acudieran a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para tratar esta cuestión. Así pues, ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría, narrando detalladamente la conversión de los gentiles y causando gran alegría a todos los hermanos. Cuando llegaron a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia, por los apóstoles y los presbíteros, y contaron lo que Dios había realizado por mediación de ellos. Pero se levantaron algunos de la secta de los fariseos que habían creído y dijeron: —Es necesario circuncidarles y ordenar que cumplan la Ley de Moisés. Los apóstoles y los presbíteros se reunieron para examinar esta cuestión. Después de una larga deliberación se levantó Pedro y les dijo: —Hermanos, vosotros sabéis que desde los primeros días Dios me eligió entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del Evangelio y creyeran. Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio a favor de ellos, dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, purificando sus corazones con la fe. ¿Por qué tentáis ahora a Dios imponiendo sobre los hombros de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos llevar? Nosotros, por el contrario, creemos que somos salvados por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos. Toda la multitud calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar los milagros y prodigios que había obrado Dios por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar, Santiago contestó: —Hermanos, oídme: Simón ha contado cómo desde el principio Dios se dignó elegir entre los gentiles un pueblo para su Nombre. Con esto concuerdan las palabras de los Profetas, según está escrito: Después de esto volveré y reedificaré la tienda caída de David, reconstruiré sus ruinas y la levantaré de nuevo, para que busquen al Señor los demás hombres y todas las naciones sobre las que ha sido invocado mi Nombre. Así dice el Señor, que hace estas cosas conocidas desde la eternidad. »Por lo cual estimo que no se debe inquietar más a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba para que se abstengan de lo contaminado por los ídolos, de la fornicación, de los animales estrangulados y de la sangre; porque desde generaciones antiguas Moisés tiene en cada ciudad quienes le predican en las sinagogas cuando le leen todos los sábados. Entonces les pareció bien a los apóstoles y a los presbíteros, y a toda la Iglesia, enviar a Antioquía con Pablo y Bernabé a algunos varones elegidos de entre ellos: a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, destacados entre los hermanos. Con ellos les enviaron este escrito: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos, a los hermanos de la gentilidad que viven en Antioquía, Siria y Cilicia: saludos. Puesto que hemos oído que algunos salidos de entre nosotros —pero que nosotros no hemos enviado— os han desconcertado con sus palabras y os han llenado de inquietud, unánimemente nos ha parecido oportuno elegir a unos hombres y enviarlos donde vosotros en compañía de nuestros queridísimos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Enviamos por lo tanto a Judas y Silas, que os comunicarán de palabra estas mismas cosas; porque hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que las necesarias: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la fornicación. Obraréis bien al guardaros de estas cosas. Que tengáis salud». Ellos, después de despedirse, bajaron a Antioquía, reunieron a la muchedumbre y
entregaron la carta; y al leerla se llenaron de alegría por estas palabras de consuelo. Judas y Silas, que también eran profetas, alentaron y confortaron a los hermanos con un largo discurso. Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos, para volver a quienes les habían enviado. Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y anunciando, con otros muchos, la palabra del Señor.
Video 28 de Catequesis Para Adultos
—Romanos 11:16-18 Y si los primeros panes son santos, también la masa; y si la raíz es santa, también las ramas. Y si se han cortado algunas de las ramas y tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y participas de la raíz y de la savia del olivo, no te gloríes contra las ramas; si te glorías, ten en cuenta que no eres tú quien sostiene la raíz, sino la raíz a ti.
NOTA ACLARATORIA: No fue el Papa Pablo VI pero el Papa Pío IX
—Pío IX justamente el día después de la publicación en Italia de las leyes raciales, el 5 de septiembre de 1938, visiblemente perturbado dijo a un grupo de periodistas belgas que visitaban Castel Gandolfo: “El antisemitismo es inadmisible. Nosotros somos espiritualmente semitas”. https://opusdei.org/es-es/article/el-dialogo-entre-catolicos-y-judios-se-refuerza-en-la-teologia-de-la-continuidad/
El Señor no niega que su Reino es el Reino de Israel
—Hechos de los Apóstoles 1:6-8 Los que estaban reunidos allí le hicieron esta pregunta:—Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel? Él les contestó: —No es cosa vuestra conocer los tiempos o momentos que el Padre ha fijado con su poder, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.
—CIC# 524 Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17)
—Romanos 9:4-5 Ésos son los israelitas: a ellos pertenece la adopción de hijos y la gloria y la alianza y la legislación y el culto y las promesas; de ellos son los patriarcas y de ellos según la carne desciende Cristo, el cual es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos. Amén.
—Génesis 22:18 En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra porque has obedecido mi voz.
—Romanos 11: 28-29 Por lo que se refiere al Evangelio, han llegado a ser enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de sus padres. Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables.
—Mateo 21:43-45 Por esto os digo que se os quitará el Reino de Dios y se entregará a un pueblo que rinda sus frutos. Y quien caiga sobre esta piedra se despedazará, y al que le caiga encima lo aplastará. Al oír los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
—Mateo 23:1-3 Entonces Jesús habló a las multitudes y a sus discípulos diciendo: —En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no obréis como ellos, pues dicen pero no hacen.
—Romanos 9:24-26 también nos llamó a nosotros, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles? Como dice en Oseas: Llamaré pueblo mío al que no es pueblo mío, y amada mía a la que no es amada, y sucederá que en el lugar donde se les dijo: «No sois pueblo mío», allí serán llamados hijos del Dios vivo.
—Galatas 3:29 Si vosotros sois de Cristo, sois también descendencia de Abrahán, herederos según la promesa.
NOTA ACLARATORIA: Roberto dice en el video que San Pedro habla del Israel de Dios, pero es San Pablo en Gálatas
—Galatas 6:16 Para todos los que sigan esta norma, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios.
El Señor habla de asarse con su Pueblo
—Oseas 2:16-25 Por eso, Yo mismo la seduciré, la conduciré al desierto y le hablaré al corazón. Y desde allí le daré sus viñas y el valle de Acor será puerta de esperanza; allí me responderá como en los días de su juventud, como el día que subió de la tierra de Egipto. Sucederá que aquel día —oráculo del Señor— me llamarás «Marido mío», y no me llamarás más «Baal mío». Quitaré de su boca los nombres de los baales, y no serán ya mencionados sus nombres. Aquel día sellaré a favor de ellos un pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra; arco, espada y guerra eliminaré de la tierra, y haré que reposen tranquilos. Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré conmigo en justicia y derecho, en amor y misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Señor. Aquel día Yo responderé —oráculo del Señor—: responderé a los cielos, y éstos responderán a la tierra, la tierra responderá al trigo, al mosto y al aceite, y éstos responderán a Yizreel. Yo la sembraré para Mí en la tierra; tendré compasión de «No–Compadecida», y diré a «No–mi–Pueblo»: Tú eres «Mi–Pueblo»; y él exclamará: «¡Dios mío!».
—San Juan 1:14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
—Romanos 11:25-33 Porque no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, para que no os consideréis sabios a vuestros ojos: que la ceguera de Israel fue parcial, hasta que entrara la plenitud de los gentiles, y así todo Israel se salve, como está escrito: De Sión vendrá el libertador, apartará de Jacob las impiedades; y ésta será mi alianza con ellos, cuando haya borrado yo sus pecados. Por lo que se refiere al Evangelio, han llegado a ser enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de sus padres. Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables. Pues así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, y ahora habéis alcanzado misericordia a causa de su desobediencia, así también ellos ahora no han obedecido, para que vosotros alcancéis misericordia, a fin de que también ellos consigan la misericordia. Porque Dios encerró a todos en la desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué incomprensibles son sus juicios y qué inescrutables sus caminos!
—Efesios 5:21-24 Estad sujetos unos a otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, del cual él es el salvador. Pues como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
—Efesios 5:28-32 Así deben los maridos amar a sus mujeres, como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, pues nadie aborrece nunca su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Gran misterio es éste, pero yo lo digo en relación a Cristo y a la Iglesia.
Los bautizados, ya seamos hebreos o gentiles, somos la esposa de Cristo fundados en Los Apóstoles y las 12 Tribus
—Apocalipsis 21:9-14 Entonces vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas finales y habló conmigo: —Ven, te mostraré a la novia, la esposa del Cordero. Me llevó en espíritu a un monte de gran altura y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios, reflejando la gloria de Dios: su luz era semejante a una piedra preciosísima, como la piedra de jaspe, transparente como el cristal. Tenía una muralla de gran altura con doce puertas, y sobre las puertas doce ángeles y unos nombres escritos que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Tres puertas al oriente, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al occidente. La muralla de la ciudad tenía doce pilares y en ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
—Hebreos 13:8 Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos.
—Galatas 6:16 Para todos los que sigan esta norma, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios.
Un solo Pueblo formado por Hebreos y Gentiles
—Efesios 4:4 Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como habéis sido llamados a una sola esperanza: la de vuestra vocación. 5Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 6un solo Dios y Padre de todos: el que está sobre todos, por todos y en todos.
—Efesios 2:11-22 Recordad, por tanto, que en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, los llamados «sin circuncisión» por los que se dicen «la circuncisión» —practicada por mano de hombre en la carne—, vivíais entonces sin Cristo, erais ajenos a la ciudadanía de Israel, extraños a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Ahora, sin embargo, por Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. En efecto, él es nuestra paz: el que hizo de los dos pueblos uno solo y derribó el muro de la separación, la enemistad, anulando en su carne la ley decretada en los mandamientos. De ese modo creó en sí mismo de los dos un hombre nuevo, estableciendo la paz y reconciliando a ambos con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando muerte en sí mismo a la enemistad. Y en su venida os anunció la paz a vosotros, que estabais lejos, y también la paz a los de cerca, pues por él unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu. Por lo tanto, ya no sois extraños y advenedizos sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, sobre quien toda la edificación se alza bien compacta para ser templo santo en el Señor, en quien también vosotros entráis a formar parte del edificio para ser morada de Dios por el Espíritu.
—Romanos 11:13-21 Pero a vosotros, los gentiles, os digo: siendo yo, en efecto, apóstol de las gentes, hago honor a mi ministerio, por si de alguna forma provoco celo a los de mi raza y salvo a algunos de ellos. Porque si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su restauración sino una vida que surge de entre los muertos? Y si los primeros panes son santos, también la masa; y si la raíz es santa, también las ramas. Y si se han cortado algunas de las ramas y tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado injertado en su lugar y participas de la raíz y de la savia del olivo, no te gloríes contra las ramas; si te glorías, ten en cuenta que no eres tú quien sostiene la raíz, sino la raíz a ti. Dirás entonces: «Se han cortado las ramas para que yo fuese injertado». Bien, fueron cortadas por la incredulidad, tú en cambio te mantienes por la fe. No te engrías: más bien teme; no sea que, si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco te perdone a ti.
—Romanos 9:1-4 Os digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo: siento una pena muy grande y un continuo dolor en mi corazón. Pues le pediría a Dios ser yo mismo anatema de Cristo en favor de mis hermanos, los que son de mi mismo linaje según la carne. Ésos son los israelitas: a ellos pertenece la adopción de hijos y la gloria y la alianza y la legislación y el culto y las promesas; 5de ellos son los patriarcas y de ellos según la carne desciende Cristo, el cual es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos. Amén.
Video 29 de Catequesis Para Adultos
—CIC # 1114 "Adheridos a la doctrina de las Santas Escrituras, a las tradiciones apostólicas [...] y al parecer unánime de los Padres", profesamos que "los sacramentos de la nueva Ley [...] fueron todos instituidos por nuestro Señor Jesucristo" (DS 1600-1601).
—CIC # 1127 Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos confieren la gracia que significan (cf Concilio de Trento: DS 1605 y 1606). Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo; Él es quien bautiza, Él quien actúa en sus sacramentos con el fin de comunicar la gracia que el sacramento significa. El Padre escucha siempre la oración de la Iglesia de su Hijo que, en la epíclesis de cada sacramento, expresa su fe en el poder del Espíritu. Como el fuego transforma en sí todo lo que toca, así el Espíritu Santo transforma en vida divina lo que se somete a su poder.
—CIC # 1128 Tal es el sentido de la siguiente afirmación de la Iglesia (cf Concilio de Trento: DS 1608): los sacramentos obran ex opere operato (según las palabras mismas del Concilio: "por el hecho mismo de que la acción es realizada"), es decir, en virtud de la obra salvífica de Cristo, realizada de una vez por todas. De ahí se sigue que "el sacramento no actúa en virtud de la justicia del hombre que lo da o que lo recibe, sino por el poder de Dios" (Santo Tomás de Aquino, S. Th., 3, q. 68, a.8, c). En consecuencia, siempre que un sacramento es celebrado conforme a la intención de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Espíritu actúa en él y por él, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe.
—CIC #1213 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.El bautismo es primero CIC
—CIC #1258 Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.
—CIC #1259 A los catecúmenos que mueren antes de su Bautismo, el deseo explícito de recibir el Bautismo, unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad, les asegura la salvación que no han podido recibir por el sacramento.
—CIC #1260 "Cristo murió por todos y la vocación última del hombre en realmente una sola, es decir, la vocación divina. En consecuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual" (GS 22; cf LG 16; AG 7). Todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la voluntad de Dios según él la conoce, puede ser salvado. Se puede suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el Bautismo si hubiesen conocido su necesidad.
CORRECCIÓN—Roberto dice que el catecismo es el primero de los sacramentos, mas quiso decir el bautismo
—Durante el Sínodo de Obispos Bajo el Papa Juan Pablo II en el año 2004 en la XI Asamblea General Ordinaria se produjo el documento titulado La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida y de la Misión de la Iglesia
—San Antonio María Claret: no confíes en un apóstol que no tiene sed de comunión diaria
—Apocalipsis 3:16 Y así, porque eres tibio, y no caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca.
—Proverbios 8:22-31 El Señor me tuvo al principio de sus caminos, antes de que hiciera cosa alguna, desde antaño. Desde la eternidad fui formada, desde el comienzo, antes que la tierra. Cuando no existían los océanos fui dada a luz, cuando no había fuentes repletas de agua. Antes que se asentaran los montes, antes que las colinas fui dada a luz. Aún no había hecho la tierra ni los campos, ni el polvo primero del mundo. Cuando asentaba los cielos, allí estaba yo, cuando fijaba un límite a la superficie del océano, cuando sujetaba las nubes en lo alto, cuando consolidaba las fuentes del océano, cuando ponía su límite al mar para que las aguas no lo traspasaran, cuando fijaba los cimientos de la tierra, yo estaba como artífice junto a Él, lo deleitaba día a día, jugando ante Él en todo momento, jugando con el orbe de la tierra, y me deleitaba con los hijos de Adán.
—San Juan 1:14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria,
—Génesis 3:7-10 Entonces se les abrieron los ojos y conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín. El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté.
—Génesis 18:1-2 El Señor se manifestó a Abrahán junto a la encina de Mambré, cuando estaba sentado a la puerta de la tienda en lo más caluroso del día. Abrahán alzó la vista y vio que tres hombres estaban de pie junto a él.
—1 Corintios 10:1-5 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos cruzaron el mar, y para unirse a Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradó a Dios, puesto que cayeron muertos en el desierto.
—Génesis 5:21-24 Henoc tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén, y caminó Henoc con Dios después de haber engendrado a Matusalén trescientos años, y engendró hijos e hijas. El total de los días de Henoc fue de trescientos sesenta y cinco años. Henoc caminó con Dios. Después desapareció porque Dios se lo llevó.
—Éxodo 25:21-22 Pondrás el Propiciatorio sobre el arca, dentro de la cual colocarás el Testimonio que te voy a dar. Allí me reuniré contigo y te hablaré desde encima del Propiciatorio, entre los dos querubines que habrá sobre el arca del Testimonio; te comunicaré todo lo que tengas que ordenar a los hijos de Israel.
—Éxodo 40:33-38 Finalmente levantó el atrio alrededor del Tabernáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Así terminó Moisés toda la obra. Entonces la nube cubrió la Tienda de la Reunión y la gloria del Señor llenó el Tabernáculo. Moisés no podía entrar en la Tienda de la Reunión, porque la nube moraba sobre ella y la gloria del Señor llenaba el Tabernáculo. En todas las etapas, cuando la nube se levantaba del Tabernáculo, los hijos de Israel se ponían en marcha. Si no se levantaba, no partían hasta que se levantara. Pues durante el día la nube del Señor se posaba sobre el Tabernáculo, y durante la noche el fuego se posaba a la vista de la casa de Israel. Así en todas las etapas.
La presencia de Dios comenzó a habitar en el templo
—1 Reyes 8:1-13 Entonces Salomón congregó en Jerusalén ante él a todos los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los cabezas de familia de los israelitas, para trasladar el arca de la alianza del Señor desde la ciudad de David, esto es, desde Sión. Todos los israelitas se reunieron en torno al rey Salomón en el mes de Etanim, es decir, el mes séptimo, con motivo de la fiesta. Llegaron todos los ancianos de Israel. Los sacerdotes cargaron con el arca y subieron el arca del Señor, junto con la Tienda de la Reunión y todos los objetos sagrados que había en la Tienda. Los subieron los sacerdotes y los levitas. El rey Salomón y toda la comunidad de Israel que se le había unido sacrificaron con él, ante el arca, un número incalculable de ovejas y de bueyes. A continuación los sacerdotes introdujeron el arca de la alianza del Señor en su lugar reservado, el camarín del Templo, el Santo de los Santos, debajo de las alas de los querubines. De esta forma, los querubines con las alas extendidas sobre el lugar del arca protegían desde arriba el arca y sus varales. Como los varales eran muy largos, sus extremos se veían desde el Santo delante del camarín, pero no se veían desde fuera. Allí están hasta el día de hoy. Dentro del arca no había nada más que las dos tablas de piedra que había puesto allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó la alianza con los israelitas al salir éstos del país de Egipto. Y cuando los sacerdotes salían del Santuario, la nube llenó el Templo del Señor. Y los sacerdotes no pudieron permanecer allí ni realizar su sacrificio a causa de la nube, porque la gloria del Señor había llenado el Templo del Señor. Entonces exclamó Salomón: —El Señor ha dicho que habita en la nube oscura. Y yo he construido un Templo, morada para ti, un lugar para que habites siempre.
Como se relacionaba el Pueblo de Dios con la Presencia de Dios en el Antiguo Testamento
1 Reyes 8:14-53 Luego el rey volvió su rostro y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras toda la asamblea de Israel permanecía en pie. Y dijo: —Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló por su boca a mi padre David y cumplió con su mano lo que dijo: «Desde el día que saqué a mi pueblo Israel de Egipto, no he escogido de entre todas las tribus de Israel ninguna ciudad para edificar en ella un Templo donde estuviese mi nombre. Elegí a David para ponerlo al frente de mi pueblo Israel». Mi padre David se propuso edificar un Templo en honor del nombre del Señor, Dios de Israel; pero el Señor le dijo a mi padre David: «Has proyectado edificar un Templo en honor de mi nombre, y has hecho bien en tener ese proyecto; pero tú no edificarás el Templo, sino que será tu hijo, salido de tus entrañas, el que edificará el Templo en honor de mi nombre». Y el Señor ha mantenido la palabra que pronunció. Yo he sucedido a mi padre David, me he sentado en el trono de Israel, tal como me lo prometió el Señor, y he edificado el Templo en honor del nombre del Señor, Dios de Israel. Allí he dispuesto un lugar para el arca que contiene la alianza que el Señor estableció con nuestros padres cuando los sacó del país de Egipto. Luego Salomón se colocó delante del altar del Señor, a la vista de toda la asamblea de Israel, y levantando las manos hacia el cielo dijo: —Señor, Dios de Israel, no hay Dios como Tú, ni arriba en el cielo, ni abajo en la tierra: Tú guardas la alianza y la fidelidad con tus siervos que caminan en tu presencia con todo su corazón. Tú mantuviste a tu siervo David, mi padre, lo que le habías prometido; hablaste por tu boca y cumpliste con tu mano, como se ve en el día de hoy. Ahora, Señor, Dios de Israel, cumple a tu siervo David, mi padre, lo que le prometiste al decirle: «No te faltará ante mí un descendiente que se siente en el trono de Israel; pero sólo si tus hijos guardan sus sendas, caminando en mi presencia como tú has caminado ante mí». Ahora, Señor, Dios de Israel, que se confirmen tus palabras, las que Tú dijiste a tu siervo David, mi padre. Pero, ¿acaso puede Dios habitar realmente en la tierra? Si el cielo y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este Templo que yo he edificado! Atiende la oración de tu siervo y su súplica, Señor, Dios mío, escuchando el clamor y la oración que tu siervo pone hoy ante ti. Ten los ojos día y noche atentos a este Templo, al lugar del que dijiste: «Allí estará mi nombre», y escucha la oración que tu siervo te dirige en este lugar. Escucha el clamor que tu siervo y que tu pueblo Israel te presenten en este lugar. Tú lo escucharás en el lugar de tu morada, en el cielo; lo escucharás y les perdonarás. »Cuando alguno peque contra su prójimo y pese sobre él un juramento imprecatorio, si el juramento es presentado ante tu altar en este Templo, Tú escucharás en el cielo: actuarás y harás justicia a tus siervos condenando al malvado, haciendo recaer su palabra sobre su cabeza, y declarando justo al justo retribuyéndole según su justicia. »Cuando tu pueblo Israel caiga ante sus enemigos por haber pecado contra ti, si se vuelve hacia ti, confiesa tu nombre, te suplica y eleva su clamor en este Templo, Tú escucharás en el cielo: perdonarás el pecado de tu pueblo Israel y lo harás volver a la tierra que diste a sus padres. »Cuando se cierre el cielo y no haya lluvia porque hubiesen pecado contra ti, si rezan en este lugar y confiesan tu nombre, y se convierten de sus pecados al ser castigados, Tú escucharás en el cielo: perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, les mostrarás el buen camino por el que han de ir, y concederás la lluvia sobre la tierra que diste en herencia a tu pueblo. »Cuando en el país haya hambre, peste, tizón, añublo, langosta o pulgón; cuando le cerque su enemigo en –alguna de las ciudades; cuando haya cualquier plaga o enfermedad, toda oración y toda súplica que haga cualquiera perteneciente a tu pueblo Israel, al reconocer la plaga de su corazón y extender sus manos hacia este Templo, Tú escucharás en el cielo, lugar de tu morada: perdonarás y actuarás; retribuirás a cada uno según su conducta, pues conoces su corazón, ya que sólo Tú conoces el corazón de todos los hombres. Así te temerán todos mientras vivan sobre la tierra que diste a nuestros padres. »Incluso el extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, cuando venga de un país lejano por causa de tu nombre —pues se oirá hablar de tu gran nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido—, cuando venga y rece en este Templo, Tú escucharás en el cielo, lugar de tu morada, y obrarás según todo aquello por lo que clame a ti el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra reconozcan tu nombre, te teman lo mismo que tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este Templo que yo te he edificado. »Cuando tu pueblo salga a la guerra contra sus enemigos por el camino que Tú lo envíes, si te imploran vueltos hacia la ciudad que has elegido y al Templo que he edificado en honor de tu nombre, Tú escucharás en el cielo su súplica y su clamor, y les harás justicia. »Cuando pequen contra ti —pues no hay hombre que no peque—, y te irrites contra ellos y les entregues en manos del enemigo que los lleve cautivos a su país, lejos o cerca, si estando en la tierra a la que han sido conducidos, recapacitan en su corazón y se convierten, y claman a ti en su cautividad diciendo: «Hemos pecado, hemos obrado mal, somos culpables»; si se convierten a ti con todo su corazón y toda su alma en el país de sus enemigos al que fueron conducidos, y te suplican vueltos hacia la tierra que diste a sus padres, a la ciudad que te has elegido y al Templo que yo he edificado en honor de tu nombre, Tú escucharás su súplica y su clamor en el cielo, lugar de tu morada, y les harás justicia: perdonarás a tu pueblo lo que pecó contra ti, y todas las rebeldías con las que se rebelaron contra ti, y les concederás misericordia por parte de quienes los llevaron cautivos, que se apiadarán de ellos. Porque son tu pueblo y tu heredad, a los que Tú sacaste de Egipto, de en medio de un horno de hierro. Tus ojos estarán atentos al clamor de tu siervo y al clamor de tu pueblo Israel; les escucharás en todo lo que te pidan. Tú los separaste para ti como heredad de entre todos los pueblos de la tierra, tal y como hablaste por medio de Moisés, tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, Señor, Dios mío.
—San Mateo 5:23-24 Por lo tanto, si al llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, vete primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve después para presentar tu ofrenda.
—San Juan 1:14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria,
—Juan 2:16 19 Jesús respondió: —Destruid este Templo y en tres días lo levantaré. Los judíos contestaron: —¿En cuarenta y seis años ha sido construido este Templo, y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él se refería al Templo de su cuerpo.
—Colosenses 2:8-9 Vigilad para que nadie os seduzca por medio de vanas filosofías y falacias, fundadas en la tradición de los hombres y en los elementos del mundo, pero no en Cristo. Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente,
—CIC # 1379 El sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento.
—CIC # 1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin" (Jn 13,1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros (cf Ga 2,20), y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:
«La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración» (Juan Pablo II, Carta Dominicae Cenae, 3).
—Apocalipsis 21:21-22 La plaza de la ciudad era de oro como cristal transparente. 22Pero no vi templo alguno en ella, pues su templo es el Señor Dios omnipotente y el Cordero.
—CIC # 1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 73, a. 3). En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Concilio de Trento: DS 1651). «Esta presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente» (MF 39).
—1 Juan 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.